número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

una república adquirida por medio de la conquista o la
colonización. Es más, si la filosofía de Hobbes pudo pasar
por una filosofía de la guerra fue gracias precisamente
a una hábil artimaña, cuyo mecanismo trataremos
ahora de comprender.
El primer punto que merece la pena subrayarse es
que la república por institución no aspira a detener una
guerra real, ya que, tal y como acabamos de ver, la guerra
del estado de naturaleza no tuvo lugar realmente; sino
a remplazar un cierto estado de las voluntades (incierto,
variable y arriesgado) por otro estado (cierto, estable
y seguro). Ahora bien, curiosamente, la condición
de este cambio, de esta transformación del estado de las
voluntades –y no de las voluntades mismas, que permanecen
como son- reside no tanto en un mecanismo jurídico
de transferencia de los derechos individuales al soberano,
sino en un mecanismo de representación por el
cual un individuo nuevo usurpará el lugar de los individuos
singulares “con la totalidad de su poder” 50 . Al proponer
tal interpretación, Foucault muestra claramente que
no retiene de la lección de Hobbes más que el capítulo 16
del Leviathan, descuidando totalmente las lecciones de
los Elements of Law y De Cive, que ignoran la teoría de la
representación. Y la presentación que ofrece del mecanismo
de la autorización tiende a borrar la significación
jurídica asociada al dispositivo de la representación. De
hecho, gracias a que yo otorgo cierto derecho, el de hablar
y de actuar en mi lugar, es por lo que un hombre, o
una asamblea, pueden llegar a representarme. Ahora
bien, de este derecho, que es lo esencial del derecho de la
soberanía, Foucault no dice nada. Si critica la soberanía
en la medida en que ésta otorga el primado a una concepción
neutra, a saber, decididamente no partidaria del
derecho y de la ley, su lectura de la génesis del Estado no
hace aparecer la centralidad del derecho en el dispositivo
de soberanía. La razón de ello se debe a que la apuesta
de la interpretación no estriba en mostrar que la soberanía
no es nada sin el derecho que administra, sino en
establecer que el soberano no extrae su derecho de la historia
interpretada como la historia de las guerras civiles
e internacionales. Las conclusiones que se puedan extraer
del corto pasaje que Foucault dedica a la república
por institución son las siguientes: en primer lugar, que la
institución referida es menos la de un orden jurídico
nuevo que la de una individualidad englobante, ya sea
la del rey o la de una asamblea, y en segundo lugar, que
esta institución no se deduce de una guerra real, sino de
la voluntad de los individuos de aceptar la lógica de la
representación política.
El segundo punto que debe retener nuestra atención
concierne a la distinción hobbesiana entre república por
institución (Commonwealth by Institution) y república por
adquisición (Commonwealth by Adquisi tion) 51 . La primera
sensación que suscita el empleo del término “adquisición”
es que dicha diferencia resulta relevante, siendo
además el mecanismo de la adquisición lo que nos sitúa
en el ámbito de la historia real: “En el caso de la repúblicas
de adquisición, parece indudable que estamos frente a una soberanía
fundada en relaciones de fuerza a la vez reales, históricas
e inmediatas 52 ”. La situación, como parece, no es ya la
de una guerra teórica, sino la de una guerra real, susceptible
de ser corroborada por los historiadores, ya que la
república adquirida lo ha sido tras una batalla. Si suponemos
dos Estados constituidos según los procedimientos
de la institución, tal que uno de ellos se apodera del
otro ejerciendo la soberanía sobre él, ¿acaso no estaremos
obligados a introducir en la narración “una guerra
con batallas reales y decisiones armadas 53 ”? Foucault dramatiza
deliberadamente la convicción ingenua de que
no se puede hablar de república por adquisición sin suponer
la realidad de la guerra de la cual procede: “así llegamos,
por fin, a lo que buscábamos desde el principio, es decir,
una verdadera guerra, con una verdadera batalla, una verdadera
relación de fuerza54 ”. Y no obstante, el interés, según
Foucault, de la teoría hobbesiana de la adquisición consiste
en hacer desaparecer bajo nuestros ojos -a la manera
de un prestidigitador- la realidad de la guerra. Al descomponer
las etapas de dicho truco de magia, el análisis
foucaultiano nos permite comprender cómo en realidad,
ahí donde creemos tener que suponer guerras verdaderas,
no existe sino un procedimiento que no es muy distinto
al que se produce en la república por institución.
Para comprenderlo hay que volver a vez la escena al ralentí,
tal y como ocurre en un truco de magia55 . Creían
ver batallas en la parte más secreta, pero en realidad,
cuando examinan bien la situación, la batalla no desempeña
casi ningún rol, o si se prefiere, un papel mínimo,
que apenas merece la pena mencionar. Pero la maniobra
importante no interviene durante la batalla, sino después,
cuando se produce un reparto entre vencedores y
vencidos. Tres casos se presentan entonces: o bien los
vencedores exterminan a los vencidos; o bien los venci-
119MISCELÁNEA
página 13 YOUKALI,
50.- M. Foucault, “Hay que defender la sociedad”, op. cit. Clase del 4 de febrero de 1976, p. 83.
51.- Para un análisis más detallado de la noción de república por adquisición, véase L. Foisneau, “La violence dans la république. À
propos du Commonwealth by acquisition selon Hobbes”, Cercles, 11 (2004), pp. 5-14 (www.cercles.com).
52.- M. Foucault, “Hay que defender la sociedad”, op. cit., p. 83.
53.- Ibíd.
1885-477X
54.- Ibíd.
55.- Ibíd., “Miremos ahora lo que va a ocurrir” (4 de febrero de 1976, p. 85). ISBN: