número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 24 ¿DERECHO?
en una batalla, durante muchas décadas, una lectura
que la misma coyuntura que habitamos ha impuesto
sobre nosotros con una necesidad que no siempre se
hace evidente. Afrontar la lectura que gobierna nuestra
comprensión del complejo Schmitt/Kelsen, especialmente
la que ha tomado forma en la última década
o así, supone reconocer que Kelsen ha permanecido,
quizás más que nunca, como el Kelsen definido
por Schmitt, y por tanto un Kelsen modelado para encajar
en los propósitos polémicos de Schmitt, no simplemente
el inimicus, sino el hostis en todas las formas
concebibles. Que el nombre de Kelsen se conecte inmediata
y automáticamente con la expresión “formalismo
jurídico o legal” de una manera curiosamente
ritualizada (en el sentido de que los autores no sienten
la necesidad de ofrecer una evidencia o unas fuentes
sobre las que apoyar esta designación, sino que la
asumen como algo dado, obvio, entendido, etc.) testimonia
a favor del poder de Schmitt como pensador,
pero también como escritor y retórico.
Esto es todavía mas significativo en la medida en
que Schmitt consiguió definir y, por tanto, fijar el
sentido de la “doctrina” o Lehre de Kelsen antes de
que aparecieran sus obras más importantes, sobre
todo la Reine Rechtslehre (1934), y lo hizo de tal modo
que ha permanecido hasta nuestros días prácticamente
incontestado. Lo que no significa, por supuesto,
que a Kelsen le faltaran admiradores o herederos
filosóficos, pero sí quiere decir que Schmitt, cuyos
errores en tantos ámbitos fueron espectaculares, tuvo
éxito a la hora de oscurecer la complejidad real (y,
estoy tentado de decir, el interés real) de los textos
de Kelsen y también por tanto el poder de su pensamiento.
Es bien conocida la trayectoria política de
Schmitt que le condujo desde la defensa de una dictadura
temporal, que tendría por función restaurar
el orden requerido para el imperio de la ley (ya que
“no hay norma que sea aplicable al caos”), al apoyo
al proyecto nacional-socialista y su Fuhertum. Sin
embargo, los compromisos políticos de Kelsen y la
conexión posible de estos con su filosofía legal están
todavía por explorar. Que Schmitt escogiera a
Kelsen como principal adversario en su Teología política
no dependió únicamente del “formalismo” de
Kelsen o del hecho de que Schmitt asociara de manera
cada vez más abierta este formalismo con lo
que el suponía que era el efecto destructivo del legalismo
judío sobre el orden político europeo moderno.
Estaba directamente relacionado con los estrechos
lazos de Kelsen con la social-democracia austriaca
(un partido muy diferente y bastante más radical
que el Partido Socialdemócrata Alemán) y la
construcción de lo que vino a llamarse das Rote Wien
o “la Viena roja”. Igualmente importante fue el interés
de Kelsen en el desarrollo de la llamada “cuestión
nacional” en la izquierda austriaca, y en el surgimiento
de una teoría del estado-nación multi-étnico,
multicultural y multi-lingüístico, una teoría que
problematizaba los fundamentos mismos de la noción
schmitteana de soberanía. De hecho, los atributos
(realmente, los nombres o incluso epítetos) que
Schmitt asociaba con Kelsen durante el periodo de
los años veinte y treinta –legalismo, formalismo, mecanicismo,
calculabilidad (y detrás de ellos los sórdidos
asuntos del interés comercial)–, más que revelar,
oscurecieron la cuestión que estaba en juego en el
antagonismo Schmitt/Kelsen, no sólo la de una política
de lo mismo contra la multiplicidad, sino también
y quizás de manera más fundamental, la cuestión
del origen, o incluso –como insiste Schmitt– de
la creación, de la ley; y por ende el tema del creador
de la ley, aquel en cuyos voluntad y mandato comienza
la ley. La obra de Kelsen, al privar a estas
cuestiones de cualquier interés o validez, nos obliga
a cuestionarlas y a investigar sus efectos políticos, en
lugar de intentar responderlas. Sin embargo, si queremos
cuestionar, debemos dejar de lado la idea de
que la obra de Kelsen puede reducirse o está gobernada
por algo llamado “formalismo jurídico” (y en
un sentido más amplio, “neokantismo” o, lo que no
es en absoluto lo mismo, pero que no obstante se
aplica a Kelsen, “positivismo”). Sólo de este modo
podemos empezar a pensar acerca de la relación de
resistencia a la ley y al derecho no sólo desde la perspectiva
de Kelsen, sino igualmente desde la de
Schmitt.
En Teología política, Kelsen representa la tendencia
que Schmitt identifica con la modernidad en sí misma,
a saber, aquella que “elimina al soberano” 1 , que
1.- Schmitt, C., Political Theology. Four Chapters on the Concept of Sovereign, trad. George Schwab, Chicago, University of Chicago
Press, 2005, p. 6 (versión en castellano: Teología política, trad. Francisco Javier Conde, Madrid, Trotta, 2009, p.14).