número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

no más bien que su subjetividad se halla constreñida
en una especie de callejón sin salida ya que no puede
construirla satisfactoriamente ni de acuerdo a la
norma que le convierte en dominado ni en contra de
dicha norma, lo que le convierte en delincuente. Las
estructuras de dominación crean así personajes dolientes
a quienes resulta muy difícil escapar de su situación4
durez, está hablando de un edificio coercitivo que se
aplica especialmente sobre las clases populares en
detrimento de su capacidad desnuda de resistir al
dominio del capital y en auxilio de todas aquellas
medidas rapaces que fortalecen el dominio de este.
En el vol. I de El Capital Marx no solamente habla
con sarcasmo, al final de la parte dedicada a la circu-
.
lación, de la pretendida ilusión del derecho burgués
como un derecho de iguales, sino que en el cap. 24,
3.- El presunto romanticismo de esa consideración el de la llamada “acumulación originaria”, vuelve
del delito.
sobre el asunto. Tras explicar cómo la muchedumbre
de campesinos pobres son expulsados de sus tierras
Aparte de que la introducción de la figura del delito y convertidos en vagabundos resalta con toda parsi-
responda directamente a que Marx y Engels están monia la “legislación sangrienta” que durante el s.
discutiendo con el libro de Stirner, El Único y su pro- XV y el XVI castigó el vagabundeo
piedad (1844) y se ven arrastrados por su argumentación,
sin duda habrá quien pueda argüir que esa forma
de considerar el delito como “lucha del individuo
aislado contra las condiciones dominantes” no
es más que una forma de romanticismo trasnochado.
¿Podríamos aplicar esa consideración a los delincuentes
de guante blanco, diciendo que por ejemplo
un estafador es un “luchador individual aislado contra
las condiciones dominantes”? ¿No estará esa consideración
demasiado cerca de los pequeños delitos,
los hurtos y faltas de los pobres para que podamos
generalizar?
En mi opinión está claro que Marx cuando habla
de Derecho y ley, especialmente en las obras de ma-
5 , logrando que la
población agraria “sobrante” se transformara en trabajadores
asalariados y aceptaran, con resistencias
nunca interrumpidas, la disciplina de la manufactura
y de la fábrica.
Basta recordar las infinitas normas disciplinarias
y códigos impuestos en las primeras manufacturas
que penalizan las pausas para “tomar cerveza” o las
faltas de los lunes, cuando los trabajadores faltaban
masivamente tras las cuantiosas borracheras del fin
de semana. La bienintencionada intelectualidad burguesa
entiende estos comportamientos como vicios
inherentes a la ignorancia y rudeza de las capas
obreras, mientras que si nos atenemos a la perspectiva
desde abajo inaugurada por la historia social
descubrimos que se trata de comportamientos de resistencia
continua con la que los trabajadores han resistido
las constricciones capitalistas y han logrado
en ocasiones mantener ciertos mínimos vitales.
4. La desposesión de las mujeres en la acumulación
originaria. Las brujas.
Hasta aquí no hemos introducido la cuestión de género.
En principio en los nuevos trabajadores de los
que estamos hablando, primero vagabundos y luego 33¿DERECHO?
proletarios, no parece intervenir esta cuestión. Y sin
embargo el trabajo de Silvia Federicci, Calibán y la
bruja, muestra claramente cómo la desposesión de página
las tierras y la transformación en obreros de fábrica
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4 Véase por ejemplo Franz Fanon, psicoanalista y teórico de la colonialidad, y su interesante análisis de las dificultades para la
YOUKALI,
construcción de la subjetividad en el caso de los adultos negros que viven situaciones de racismo. Véase Piel negra, máscaras blancas,
Madrid, Akal, 2009.
5 “Los expulsados mediante la disolución de los séquitos feudales y mediante la expropiación violenta y por oleadas de la tierra,
aquel proletariado proscrito, no podía ser en modo alguno absorbido por la naciente manufactura tan deprisa como había llegado
al mundo. Por otra parte, aquellas personas repentinamente despedidas de su acostumbrada trayectoria vital no podían situarse
del mismo modo repentino en la disciplina de su nueva situación. Se convirtieron masivamente en mendigos, bandidos y
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vagabundos, a veces por inclinación, en la mayoría de los casos por la fuerza de las circunstancias. Al final del s-XV y durante
todo el s..XVI hay por ello en toda la Europa occidental una legislación sangrienta contra el vagabundeo”, El Capital, Barcelona,
Crítica, 1976, OME, 41, libro 1, vol. 2, p. 380. ISBN: