número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...
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in<strong>de</strong>pendiente; no entra en relación con el resto <strong>de</strong><br />
elementos <strong>de</strong> la teoría liberal.<br />
Esta figura, así, es un trascen<strong>de</strong>nte para el contractualismo:<br />
ni es posible ni <strong>de</strong>seable explicar por qué<br />
hay hombres sin escrúpulos -o, eventualmente, Estados<br />
sin escrúpulos- mediante la teoría política <strong>de</strong>l contractualismo,<br />
y su existencia es al mismo tiempo un<br />
presupuesto necesario para el funcionamiento <strong>de</strong> la<br />
teoría.<br />
Quien <strong>de</strong>tenta la Sublime Puerta, en consecuencia,<br />
cumple una función verda<strong>de</strong>ramente... sublime:<br />
po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que constituye el sublime objeto <strong>de</strong> la<br />
i<strong>de</strong>ología liberal en el sentido <strong>de</strong>finido por Žižek19 no quiere <strong>de</strong>cir otra cosa sino que es necesario a<br />
un príncipe saber usar una y otra naturaleza”<br />
.<br />
Lo cual nos conduce a pensar que la acusación <strong>de</strong><br />
“fascinación por la violencia” que lanzan los liberales<br />
contra los “extremistas“ no constituye sino la<br />
proyección invertida <strong>de</strong> una imagen mistificada -sublimada<br />
<strong>de</strong> la violencia que forma parte <strong>de</strong> sus “leitmotivs”.<br />
Esta separación estricta entre el espacio civilizado<br />
<strong>de</strong> la política y el <strong>de</strong>l “bosque” arbitrario (cf. la<br />
expresión la ley <strong>de</strong> la jungla), nos parece hoy incontestable,<br />
pero no siempre lo fue. Como nos dice otro <strong>de</strong><br />
esos “politici”, precisamente el que Spinoza tenía<br />
siempre en mente, hubo un tiempo en que el bosque,<br />
especialmente el bosque <strong>de</strong> Pelion, era muy apreciado<br />
como lugar <strong>de</strong> aprendizaje político.<br />
En el Príncipe, Maquiavelo constata también, en<br />
principio, que hay dos maneras <strong>de</strong> actuar en política:<br />
“una con la ley, la otra con la fuerza: la primera es<br />
propia <strong>de</strong>l hombre, la segunda <strong>de</strong> <strong>las</strong> bestias”.<br />
Según él, sin embargo, el juicio <strong>de</strong> valor sobre cada<br />
una <strong>de</strong> el<strong>las</strong> no está <strong>de</strong>cidido; al contrario, hay<br />
una figura biopolítica híbrida entre el humano y el<br />
animal que es la más aconsejable para el príncipe.<br />
“... pero como la primera muchas veces no basta<br />
conviene recurrir a la segunda. Por lo tanto, es<br />
necesario a un príncipe saber utilizar correctamente<br />
la bestia y el hombre. Este punto fue enseñado<br />
veladamente a los príncipes por los antiguos<br />
autores, los cuales escriben cómo Aquiles y<br />
otros muchos <strong>de</strong> aquellos príncipes antiguos fueron<br />
entregados al centauro Quirón para que los<br />
educara bajo su disciplina. Esto <strong>de</strong> tener por preceptor<br />
a alguien medio bestia y medio hombre<br />
20 .<br />
También el príncipe es, así, sin duda, un “zoon politikon”;<br />
pero aún queda por precisar <strong>de</strong> qué especie<br />
animal. Maquiavelo opta por el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l centauro<br />
(y, justamente <strong>de</strong>spués, por la combinación <strong>de</strong>l<br />
zorro y <strong>de</strong>l león.<br />
Podríamos aquí pensar que no estamos lejos <strong>de</strong>l<br />
homo homini lupus <strong>de</strong> Hobbes, pero en realidad estamos<br />
en <strong>las</strong> antípodas. Porque para Hobbes, precisamente,<br />
en el mismo grado que para Rousseau, la<br />
bestialidad pertenece al estado <strong>de</strong> naturaleza y es<br />
<strong>de</strong>finitivamente abandonada y trascendida por el acto<br />
<strong>de</strong>l contrato social.<br />
En la línea <strong>de</strong> Maquiavelo, que no habla <strong>de</strong> un estado<br />
<strong>de</strong> naturaleza, y <strong>de</strong> Spinoza, que prolonga su<br />
existencia y su vali<strong>de</strong>z a la civitas21 , Agamben rechaza<br />
también una separación estanca entre el elemento humano<br />
y el animal; él hace referencia a otro tipo <strong>de</strong> “mezzo bestia<br />
y mezzo uomo”, el wargus o el hombre-lobo, haciendo<br />
<strong>de</strong> él el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l bandido. Pero, precisamente, este<br />
bandido, a diferencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong> Rousseau, habita la ciudad<br />
o, mejor, al mismo tiempo fuera y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la ciudad,<br />
constituyendo su límite:<br />
“La vida <strong>de</strong>l bandido -como la <strong>de</strong>l hombre sagrado-<br />
no es un pedazo <strong>de</strong> naturaleza salvaje sin relación<br />
alguna con el <strong>de</strong>recho y con la ciudad; es,<br />
más bien, un umbral <strong>de</strong> indiferencia y <strong>de</strong> paso<br />
47¿DERECHO?<br />
página 13 YOUKALI,<br />
19.- Slavoj Žižek, The sublime object of i<strong>de</strong>ology, Verso, London/New York, 2002, primera edición <strong>de</strong> 1989.<br />
20.- Nicolás Maquiavelo, El príncipe, Madrid, Alianza, 1983, cap. XVIII, pp. 90-91.<br />
21.- Por otra parte, sabemos que Spinoza tenía una clara conciencia <strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> disi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su teoría respecto <strong>de</strong> la corriente<br />
dominante <strong>de</strong> la Teoría <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho natural. En su carta 50 a Jarig Jelles, él mismo subraya con claridad: “En lo que concierne a la<br />
política, la diferencia entre Hobbes y yo, sobre la cual me preguntáis, estriba en que yo conservo incólume el Derecho natural y<br />
1885-477X<br />
no pienso que a la Autoridad Política Suprema <strong>de</strong> ninguna ciudad le corresponda más <strong>de</strong>recho sobre sus súbditos que el que está<br />
en proporción con la potestad por la que aquella supera al súbdito, que es lo que siempre ocurre en el estado Natural” (Spinoza,<br />
Correspon<strong>de</strong>ncia completa, Madrid, Hiperion, 1988, p. 139. ISBN: