número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 112 MISCELÁNEA
tir de la cuestión del gulag 61 . En su lección de 14 de
marzo de 1979 convoca a Hayek y a la esperanza de
una utopía liberal:
“Es Hayek quien decía hace algunos años: lo que necesitamos
es un liberalismo que sea un pensamiento vivo.
El liberalismo siempre dejó a los socialistas la tarea
de fabricar utopías, y el socialismo debió a esa actividad
utópica o utopizante gran parte de su vigor y de su dinamismo
histórico. Pues bien, el liberalismo también
necesita una utopía. A nosotros nos toca hacer utopías
liberales, pensar según la modalidad del liberalismo, en
vez de presentarlo como una alternativa técnica de gobierno.
El liberalismo como estilo general de pensamiento,
análisis e imaginación 62 ”.
Si Foucault deplora entonces que los liberales no discutan
nunca con Marx, admite sin embargo que el
horizonte de su crítica pueda ser esa “utopía liberal”
que brota de una crítica del arte de gobernar socialista,
de la que no ha cesado de decir que no es un verdadero
arte de gobierno y que no puede subsistir
más que sumándose al arte de gobierno liberal, el
cual no es en modo alguno ni un parásito ni tampoco
un complementario. Con todo, parece obvio ver
hasta qué punto Foucault asume aquí la tarea crítica
de la Ilustración que descubrió en Kant y de la que
propone una reformulación. Si la filosofía debe poner
en práctica ante todo una crítica de la razón política
y vigilar los abusos de poder de la racionalidad
política 63 , si la filosofía debe desempeñar el papel de
contra-poder permanente, sólo puede ejercer ese rol
desmontando los mecanismos de los poderes y analizando
la racionalidad a la cual obedecen. Ahora
bien, ¿vale eso también contra el discurso revolucionario
y contra el discurso individualista, liberal y libertario
64 ? Desde luego frente a la moderación del
intelectual liberal, Foucault opone la necesidad de
una “crítica radical” 65 . Pero los efectos de tal discurso
merecen ser interrogados hoy a la luz de los trabajos
más o menos convergentes de P. Rosanvallon 66 , de P.
Manent 67 , de M. Gauchet 68 , y sobre todo de F.
Ewald 69 sobre la sociedad civil: ¿acaso no corre el
riesgo la crítica radical, sin saberlo ni quererlo, por
una especie de astucia de la razón y por una inserción
involuntaria en el proceso sin sujeto de la historia,
de convertirse en una crítica “liberal”? Al menos,
una cuestión como ésta tiene el mérito de apelar a
una reflexión sobre la actualidad de Foucault que nos
es posible experimentar hoy en día 70 . La herencia de
la Ilustración es todo lo contrario de una nueva figura
de la superstición: no es ni la creencia en la revolución
ni la fe en las virtudes de la autorregulación.
estatalización progresiva de cierto número de prácticas y de gubernamentalidades: “el problema de la estatalización está en el centro mismo
de las preguntas que he procurado plantear […] El Estado no tiene esencia. El Estado no es un universal, no es en sí mismo una fuente autónoma
de poder. El Estado no es otra cosa que el efecto, el perfil, el recorte móvil de una perpetua estatización o de perpetuas estatizaciones, de
transacciones incesantes que modifican, desplazan, trastornan, hacen deslizar de manera insidiosa, poco importa, las fuentes de financiamiento,
las modalidades de inversión, los centros de decisión, las formas y los tipos de control, las relaciones entre poderes locales, autoridad central, etc.
[…] El Estado no es otra cosa que el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidades múltiples” (p. 96). Véase también de manera más
matizada, “Michel Foucault, les réponses du philosophe”, DE I, p. 1680.
61.- O del racismo en M. Foucault, “Hay que defender la sociedad”, Clase del 17 de marzo de 1976, op. cit., pp. 224-225.
62.- M. Foucault, NBP, p. 254.
63.- M. Foucault, “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la razón política”, en Tecnologías del yo, Paidós, Barcelona, 1990.
64.- Tal es la tesis de M. Senellart, “La critique de la raison gouvernementale”, en Foucault au Collège de France: un itinéraire, op. cit., pp.
131-147; “Gouvernementalité et raison d’État”, La Pensée politique, nº1, 1993, Gallimard-Le Seuil, Paris, pp. 287-288. Véase igualmente
“Deux essais sur le sujet et le pouvoir”, H. Dreyfus y P. Rabinow, Michel Foucault. Un parcours philosophique, Gallimard, Paris, 1984,
p. 313.
65.- M. Foucault, DE IV, nº 296, “Est-il donc important de penser?”, p. 180.
66.- P. Rosanvallon, Le liberalisme économique, Histoire de l’idée de marché, Seuil, Paris, 1989, donde aborda in fine la cuestión de la sociedad
civil en Hegel y Marx, pero acusa a Marx de un “retroceso” con respecto a Smith.
67.- Véase P. Manent, prefacio a la antología Les Liberaux, Hachette, Paris,1986. Su argumentación, como la de Rosanvallon y M.
Gauchet, se resume en nuestro Montesquieu, richesses et sociétés, op. cit., introducción.
68.- Según M. Gauchet, la autonomización de la sociedad civil viene acompañada de un poder creciente del poder público, de modo
que las funciones del Estado no cesan de ampliarse y la penetración de la sociedad civil de afinarse: crecimiento simultáneo de la
independencia individual y del abrazo estatal –lo que el liberalismo creía incompatible (prefacio a Benjamin Constant, Écrits
Politiques, Gallimard, Paris, 1997, en particular, pp. 86-92). Véase también El desencantamiento del mundo. Una historia política de la religión,
Trotta, Madrid, 2005 y La Condición histórica, Trotta, Madrid, 2007).
69.- Véase F. Ewald, L’État Providence, Grasset, Paris, 1986.
70.- G. Le Blanc evoca así el retroceso o la “puesta bajo tutela” de la cuestión social con respecto a la cuestión liberal (Le Pensée
Foucault, Ellipses, Paris, 2006, chap. VIII, p. 172). (Hay traducción castellana, El pensamiento Foucault, Amorrortu, Buenos Aires,
2008). Véase también la conclusión sobre “Foucault, Les Lumières et nous” que apela a un uso del pensamiento Foucault (caja de
herramientas y caja de problemas) y a una nueva manera de pensar su actualidad.