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número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 18 ¿DERECHO?<br />

lista y un trabajador, se produce un intercambio entre<br />

la fuerza <strong>de</strong> trabajo <strong>de</strong>l trabajador y un salario que<br />

correspon<strong>de</strong> al coste <strong>de</strong> reproducción social e históricamente<br />

<strong>de</strong>terminado <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong> trabajo. Una<br />

vez vendida la fuerza <strong>de</strong> trabajo, el capitalista hace<br />

con ella lo que quiere, pero suele utilizarla racionalmente<br />

y <strong>de</strong> hecho consigue, poniéndola a trabajar,<br />

que esta produzca un valor superior a su coste <strong>de</strong> reproducción.<br />

En ninguno <strong>de</strong> estos momentos, ni en la<br />

transacción mercantil, ni en una jornada laboral en la<br />

que no se distinguen los tramos en que el trabajador<br />

reproduce la fuerza <strong>de</strong> trabajo y aquellos en que esta<br />

genera plusvalía, pue<strong>de</strong> apreciarse que exista explotación<br />

y aún menos que esta vaya asociada a ningún<br />

tipo <strong>de</strong> dominación política. El contrato se realiza entre<br />

iguales y la producción se presenta como un proceso<br />

técnico en el cual la racionalidad capitalista<br />

combina diversos factores productivos a fin <strong>de</strong> producir<br />

riqueza en forma <strong>de</strong> mercancías. Hay explotación,<br />

pues <strong>de</strong> don<strong>de</strong> antes había un valor x surge<br />

misteriosamente una valor x+n que no ha sido generado<br />

por <strong>las</strong> cosas, sino por el trabajo humano, pero<br />

la dominación <strong>de</strong> c<strong>las</strong>e y el propio mecanismo <strong>de</strong> la<br />

explotación resultan completamente invisibles.<br />

III<br />

Esta ocultación sistemática <strong>de</strong> la explotación y <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />

relaciones <strong>de</strong> c<strong>las</strong>es es el principal efecto <strong>de</strong> la separación<br />

mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong> una esfera económica <strong>de</strong>l resto<br />

<strong>de</strong> <strong>las</strong> esferas <strong>de</strong> actividad social. La economía se<br />

presenta como un ámbito <strong>de</strong> actuación social autorregulado<br />

y cuyo funcionamiento sólo requiere que<br />

se establezca y reproduzca el mercado como su institución<br />

clave. La autonomía <strong>de</strong> la esfera económica<br />

en el capitalismo reposa, como indica K. Polanyi, sobre<br />

la existencia <strong>de</strong> un mercado que se presenta a sí<br />

mismo como un dispositivo capaz <strong>de</strong> componer entre<br />

sí <strong>de</strong> manera pacífica <strong>las</strong> pasiones adquisitivas <strong>de</strong><br />

los individuos. El “dulce comercio”, según afirmaba<br />

Benjamin Constant, “sustituye la guerra”. El mercado,<br />

lugar y marco jurídico <strong>de</strong>l comercio, es <strong>de</strong> este<br />

modo un instrumento que permite “naturalizar” y<br />

<strong>de</strong>spolitizar la esfera productiva presentándola como<br />

<strong>de</strong>terminada por <strong>las</strong> fuerzas “neutrales” <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho<br />

y <strong>de</strong> la técnica. El <strong>de</strong>recho rige la esfera <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />

transacciones contractuales, mientras que la técnica<br />

somete los tiempos <strong>de</strong> la producción y <strong>de</strong> la explotación<br />

a una “racionalidad” abstracta que impi<strong>de</strong> distinguirlos.<br />

En el ámbito supuestamente “técnico” <strong>de</strong><br />

la producción, al igual que en el ámbito jurídico <strong>de</strong>l<br />

mercado, la dominación se hace invisible.<br />

IV<br />

El hecho <strong>de</strong> que exista un or<strong>de</strong>n político con <strong>las</strong> consiguientes<br />

relaciones <strong>de</strong> mando y obediencia no altera<br />

esta invisibilidad <strong>de</strong> la dominación. Efectiva men -<br />

te, el mando político, el soberano por <strong>de</strong>cirlo en términos<br />

clásicos, forma su legitimidad en el Estado<br />

mo<strong>de</strong>rno a través <strong>de</strong> un mito contractual. El soberano,<br />

en los regímenes basados en la soberanía <strong>de</strong>l pueblo,<br />

es la persona que representa al pueblo. De este<br />

modo, los actos <strong>de</strong> mando <strong>de</strong>l soberano <strong>de</strong>ben ser<br />

consi<strong>de</strong>rados, conforme a una tradición que va <strong>de</strong><br />

Hobbes a Rousseau y prosigue en la teoría política<br />

hasta la actualidad, como actos <strong>de</strong>l propio sujeto que<br />

consiente la representación. En cierto modo, el súbdito<br />

se manda a sí mismo, se autogobierna, pues mediante<br />

su voluntad expresada en un contrato (virtual)<br />

acepta, junto a sus <strong>de</strong>más conciudadanos, ser<br />

representado. La dominación política queda así disuelta<br />

en los términos <strong>de</strong> una contractualidad propia<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho privado, al tiempo que, merced al artificio<br />

–al mito- <strong>de</strong>l contrato social, queda enteramente<br />

liberada en su expresión jurídica <strong>de</strong> cualquier residuo<br />

histórico. Afirma así Pasukanis que: “Allí don<strong>de</strong><br />

<strong>las</strong> categorías <strong>de</strong> valor y <strong>de</strong> valor <strong>de</strong> cambio entran en escena,<br />

la voluntad autónoma <strong>de</strong> los actores <strong>de</strong>l intercambio es<br />

una condición indispensable. El valor <strong>de</strong> cambo <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser<br />

valor <strong>de</strong> cambio, la mercancía <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser mercancía cuando<br />

<strong>las</strong> proporciones <strong>de</strong>l intercambio son <strong>de</strong>terminadas por<br />

una autoridad situada fuera <strong>de</strong> <strong>las</strong> leyes inmanentes <strong>de</strong>l<br />

mercado. La coacción, como mando basado en la violencia<br />

y dirigido por un individuo a otro individuo, contradice <strong>las</strong><br />

premisas fundamentales <strong>de</strong> <strong>las</strong> relaciones entre propietarios<br />

<strong>de</strong> mercancías. Por ello mismo, en una sociedad <strong>de</strong> propietarios,<br />

la función <strong>de</strong> coacción no pue<strong>de</strong> aparecer como una<br />

función social, dado que no es abstracta e impersonal” 2 .<br />

2.- Evgeny Pasukanis, La Théorie générale du droit et le marxisme, EDI, Paris, p.131 (traducción <strong>de</strong>l autor)

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