número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

gislación y mecánica disciplinaria, no formasen parte,
cada uno a su manera, “de los mecanismos generales del
poder de nuestra sociedad7 ”.
Ventajas o inconvenientes al margen, lo que se está
subrayando aquí es el carácter absolutamente complementario
de las dos formas de dominación. No cabe
una simple relación de oposición entre ambas; es más,
incluso cuando tratamos de justificar una defensa de
nuestros derechos ‘soberanos’ frente al Estado o los envites
de la disciplina, “lo hacemos –como advierte Ma -
rio Domínguez- en nombre de un derecho y a través de un
sistema jurídico que él mismo ha generado su despliegue disciplinario
8 una referencia psicológica tomada en préstamo de las
ciencias humanas y de las prácticas disciplinarias?
¿Qué relación cabe estipular entonces entre la legislación
y la mecánica disciplinaria, habida cuenta de que
la forma efectiva del funcionamiento jurídico “(el conjunto
de aparatos, instituciones, reglamentos que se aplican
al derecho) transmite y funcionaliza relaciones que no son
exclusivamente relaciones de soberanía sino de dominación?
”. Por tanto, se hace utilizando un sistema de
derecho cuya posibilidad real de ser efectivo requiere
de la existencia de prácticas o de relaciones de poder
(no traducibles al lenguaje jurídico) con respecto a las
cuales la relación de soberanía desempeña a la vez un
papel condicionante y condicionado.
Ahora bien, esto no significa que ambas realidades
puedan pensarse como formas o procedimientos combinados
de una manera premeditada9; al contrario, lo
único que significa es que no puede existir un cuerpo
social propiamente dicho (esto es, no hay una población
en sentido estricto) si no existe a la vez una distribución
social de los cuerpos (asociada a los mecanismos de sujeción
basados en el bio-poder) que haga posible y asegure
la cohesión de un espacio jurídicamente homogéneo,
conforme a los criterios básicos de gubernamentalidad
bio-política de cualquier sociedad estatal.
De ahí la incredulidad reflejada por parte de Fou -
cault ante la posibilidad de que el derecho pueda servir
de arma frente a los abusos y el despliegue de los
mecanismos disciplinarios. ¿Puede el sistema jurídico
oponerse a su materialidad inmediata? ¿Acaso no
constituyen los ‘derechos soberanos’ del individuo
10 ”.
Foucault detiene en ese punto la cuestión, no sin
antes entrar a considerar otra hipótesis de trabajo que
la evolución interna de su propia obra no supo (o no
pudo, debido a su prematura e inesperada muerte)
volver a encauzar. Efectivamente, una vez desdeñada
la estrategia política de retornar al viejo derecho de
Soberanía, a la búsqueda incesante de derechos formales,
Foucault plantea la hipótesis de un nuevo tipo de
derecho, un derecho, como afirma sin excesiva minuciosidad,
“que fuera antidisciplinario pero que al mismo
tiempo estuviera liberado del principio de soberanía 11 ”. No
obstante, en el momento preciso de pronunciar esta hipótesis,
el pensador francés detiene el hilo de la discusión,
como si esta posibilidad no tuviese cabida en el
curso que impartía ese mismo año12 y por tanto estuviera
supeditada al desarrollo y las estrategias políticas
e intelectuales futuras.
Pues bien, partiendo entonces de semejante indicación,
cabría sugerir ahora qué caminos o qué vías de
investigación posibles pueden considerarse en la actualidad
como sucesoras o paralelas respecto al trabajo
desarrollado por Foucault. Así, en lo que se refiere,
por ejemplo, al análisis y el pensamiento sobre la comunidad
política, entendida ésta como una realidad
no traducible a los códigos del léxico político de la
Soberanía, cabe citar los trabajos de G. Agamben13 , R.
7.- FOUCAULT, M.: Defender la Sociedad, op. cit., p. 42.
97MISCELÁNEA
8.- DOMÍNGUEZ, M.: Los usos políticos de M. Foucault: crítica de la Filosofía Política, Liberalismo y Ética, p. 20 (manuscrito)
9.- Esta apreciación exige un mayor desarrollo. Lo que se quiere decir es que, con independencia de que exista o no una mayor yux-
página
taposición de las prácticas de poder, la unidad de conjunto de un sistema de dominación siempre debe explicarse a posteriori, como
efecto histórico (y móvil) de estrategias destinadas a coordinar y codificar prácticas y mecanismos diferentes de poder, meca-
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nismos, además, en los cuales no habría que ver la proyección de un poder central, al estilo de la ficción hobbesiana del Leviathan.
Sin embargo, este proceso de codificación estratégica de las relaciones de poder por parte del Estado es intencional y no subjetivo a
la vez. Intencional, porque como señala el propio Foucault toda relación de poder plantea una serie de metas y objetivos específicos
que sólo resultan inteligibles desde el punto de vista de sus emplazamientos locales. Pero no es subjetivo porque la suma global
de la colisión de los diversos micro-poderes no puede entenderse como el producto de una decisión previa (premeditada) por YOUKALI,
parte de un sujeto colectivo. Más información en FOUCAULT, M.: La voluntad de saber, Siglo XXI, Madrid, 1998 pp.115 y ss. Un
análisis interesante de estas cuestiones lo encontramos en JESSOP, B.: ‘Poulantzas y Foucault: acerca del poder y la estrategia’ en
Marx y Foucault, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 2006, pp. 89-110.
10.- FOUCAULT, M.: Defender la sociedad, op. cit., p. 33.
11.- Ibíd., p. 42.
12.- Nos referimos, como es lógico, al curso del 14 de Enero de 1976 que Foucault impartió en el Collège de France.
1885-477X
13.- Véanse a este respecto AGAMBEN, G.: Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-textos, Valencia, 1998; También, Medios sin
Fin. Notas sobre la política, Pre-textos, Valencia, 2001; ISBN: