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MONOGRAFÍA CANNABIs - Asociación Española de Patología Dual

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nuevo tipo <strong>de</strong> consumidor ha sido <strong>de</strong>scritopor el historiador J. C. Usó:“En el amplio espectro sociológico que conformabanlos nuevos jóvenes drogados <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrolloencontramos <strong>de</strong> todo: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> universitarios<strong>de</strong>scontentos e izquierdistas agotados o <strong>de</strong>sencantados,hasta clientes habituales <strong>de</strong>l Tokio y losprimeros roqueros y melenudos, pasando poralgún que otro extranjero peregrinante e hijos <strong>de</strong>papá engolfados” (Usó 1996: 201).Durante algún tiempo, dos colectivos casiopuestos coinci<strong>de</strong>n en su interés por el cannabis:los legionarios y los estudiantes rebel<strong>de</strong>sal régimen. Los primeros son <strong>de</strong> origenhumil<strong>de</strong>, forman parte <strong>de</strong> la imagen represiva<strong>de</strong>l Gobierno <strong>de</strong> aquel momento y se hallanmuy vinculados al lado oscuro <strong>de</strong>l régimenfranquista. Los segundos son jóvenes <strong>de</strong>clase media que tratan <strong>de</strong> elaborar un nuevoproyecto social alternativo al <strong>de</strong> la dictadura.A pesar <strong>de</strong> sus diferencias, ambos colectivoscomparten el cannabis durante un corto período<strong>de</strong> tiempo, mientras va produciéndoseuna especie <strong>de</strong> traspase <strong>de</strong> cambio <strong>de</strong> significado,los nuevos “progres” le confieren unanueva carga simbólica relacionada con losintentos <strong>de</strong> cambio social y político <strong>de</strong> losque se sienten protagonistas.“Cuando empecé a tomar drogas yo ya estabaen la transgresión. Con la misma gente queme drogaba lo que hacíamos en realidad eraterrorismo contra Franco. Era la rebelión, en elsentido <strong>de</strong> no aceptar las normas; puesto quelas drogas eran algo prohibido, formaban parte<strong>de</strong> algo con lo que había que estar, <strong>de</strong> igualmodo que el anarquismo siempre ha apoyado la<strong>de</strong>lincuencia, contemplando al <strong>de</strong>lincuentecomo a un rebel<strong>de</strong> social. El consumir drogas esuna no aceptación, una forma <strong>de</strong> protesta” (consumidor<strong>de</strong> 60 años)Esta afirmación es <strong>de</strong> un fumador <strong>de</strong> cannabis<strong>de</strong> la generación <strong>de</strong>l 68. Su legitimación<strong>de</strong>l consumo <strong>de</strong> drogas y, en concreto, <strong>de</strong>lcannabis es política. Para él, consumir drogases una forma <strong>de</strong> actuar contra un sistemaque <strong>de</strong>sea cambiar. La juventud españolamás alternativa <strong>de</strong> los años setenta se empapa<strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as renovadoras proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>Europa y América, mira hacia la cultura hippyy hacia las revueltas <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong>l 68, viaja ycontempla con envidia otros mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong>Estado, y algunos <strong>de</strong> sus integrantes apren<strong>de</strong>na consumir drogas. De esa juventud surgenmuchos <strong>de</strong> los protagonistas <strong>de</strong> la transición,protagonistas victoriosos <strong>de</strong> un procesohistórico que les llevará a ocupar posiciones<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la transición <strong>de</strong>mocrática.Sin embargo, tras esos años <strong>de</strong> rápidaascensión, el interés por el cannabis parece<strong>de</strong>caer tanto en España como en otros países.La crisis <strong>de</strong>l movimiento hippy, que ensu momento se atribuyó en gran medida alconsumo <strong>de</strong> heroína, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> otras preocupaciones<strong>de</strong> la sociedad, hicieron que quedasenaparcados muchos <strong>de</strong> los referentesque sostenían aquel movimiento juvenil,incluido el consumo <strong>de</strong> cannabis.Es a finales <strong>de</strong> los ochenta y a lo largo <strong>de</strong>los noventa cuando vuelve a surgir con fuerzael interés <strong>de</strong> los jóvenes, tanto españolescomo extranjeros, por la cultura <strong>de</strong>l cannabis. Yse unen a ellos un cierto número <strong>de</strong> adultospara los que el cannabis mantiene esa cargasimbólica <strong>de</strong> ilusión y <strong>de</strong> cambio que formabaparte <strong>de</strong> sus rituales <strong>de</strong> juventud; esa carga <strong>de</strong>transgresión con la que <strong>de</strong> jóvenes se iniciaronen la rebeldía, no solo en el sentido ‘guerrero’<strong>de</strong> la lucha política, sino también <strong>de</strong>scubriendoy explorando nuevas formas <strong>de</strong> diversión -como una apertura hacia la promiscuidadsexual sin prece<strong>de</strong>ntes hasta entonces-, y queles hizo sentir que eran un grupo activo queinventaba o <strong>de</strong>scubría nuevas formas <strong>de</strong> hacercosas. Y todo ese simbolismo se traspasa a lasnuevas generaciones actuales.El cannabis empieza a ser <strong>de</strong>finido con laetiqueta <strong>de</strong> sustancia antisistema, muy reforzadapor su estatus <strong>de</strong> ilegalidad, a la que seotorga simbólicamente el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ser aliadaen la lucha política. Cuando los jóvenes <strong>de</strong>laño 2000 consumen cannabis son ya parte<strong>de</strong> otro fenómeno, pero han conseguido reelaboraro recuperar muchos <strong>de</strong> los antiguossimbolismos y adaptarlos a su realidad, a susnecesida<strong>de</strong>s y a su experiencia.Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernán<strong>de</strong>z, C.; Gil, E.; Llopis, J.J. 233

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