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MONOGRAFÍA CANNABIs - Asociación Española de Patología Dual

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Dentro <strong>de</strong> este marco psicoterapéutico nopue<strong>de</strong> omitirse hablar <strong>de</strong>l llamado síndromeamotivacional que clásicamente se ha asociadoa los consumidores crónicos <strong>de</strong> cannabispero que probablemente es inespecífico. Suscaracterísticas pue<strong>de</strong>n resumirse en lassiguientes: pasividad, disminución <strong>de</strong> lasmotivaciones cotidianas, y <strong>de</strong>sinterés general.A pesar <strong>de</strong> que la práctica clínica corroboraríasu existencia, hay que señalar que larelación <strong>de</strong> causa-efecto entre dicho consumoy estos patrones <strong>de</strong> conducta está lejos<strong>de</strong> haberse clarificado. Hay que tener presenteque algo tan vago como la sintomatologíaamotivacional podría estar mediatizado pormúltiples variables intermedias. A<strong>de</strong>más, lapropia <strong>de</strong>finición DSM-IV o CIE-10 <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>nciase fundamenta en la priorización <strong>de</strong>lconsumo por encima <strong>de</strong> todo lo <strong>de</strong>más. Estoequivale a <strong>de</strong>cir que el drogo<strong>de</strong>pendienteestá casi exclusivamente motivado por perpetuarsu hábito y, por tanto, <strong>de</strong>smotivado/amotivado para el resto <strong>de</strong> los intereses cotidianos.En esta línea, el síndrome amotivacionalno sería otra cosa que un sinónimo <strong>de</strong><strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia cannábica.Es más, los cambios generales <strong>de</strong> comportamientoo actitudinales podrían <strong>de</strong>berse afactores distintos <strong>de</strong>l consumo <strong>de</strong> cannabis,como la propia adolescencia, que conllevamanifestaciones <strong>de</strong> indolencia (se ha hablado<strong>de</strong> letargo puberal), o bien los rasgos <strong>de</strong> personalidadya existentes, los diversos factoressocioculturales que puedan favorecer la pasividad,así como el consumo concomitante <strong>de</strong>otros psicofármacos. A su vez, podría plantearsela hipótesis <strong>de</strong> que los consumidoresamotivados presentan una mayor ten<strong>de</strong>ncia arecurrir al uso <strong>de</strong> la marihuana precisamenteporque se sienten apáticos y fracasados,hecho que explicaría que diferentes estudiosno hayan encontrado diferencias significativasentre los adolescentes universitarios queconsumen cannabis y los que no lo hacen.Al margen <strong>de</strong> la posible etiología <strong>de</strong> estesíndrome amotivacional, si es que existe, larealidad clínica nos presenta a un grupo <strong>de</strong>personas con gran dificultad para <strong>de</strong>sarrollaruna vida diaria lo suficientemente gratificantecomo para no reiniciar el consumo, sobretodo cuanto menor es su edad <strong>de</strong> inicio. Elcannabis normalmente dificulta el proceso <strong>de</strong>maduración <strong>de</strong>l individuo, sobre todo cuandoel consumo ha comenzado en la adolescencia,que es la etapa vital en la que el individuoapren<strong>de</strong> a adoptar una conducta activa antelos problemas. Des<strong>de</strong> esta perspectiva seexplica el hecho <strong>de</strong> que los consumidoreshabituales puedan presentar dificulta<strong>de</strong>s paraplantearse objetivos, quizá por menor autoestimaque la <strong>de</strong> los no consumidores.Para concluir, cuando la asistencia <strong>de</strong>lpaciente se vuelve intermitente y con escasamotivación para proseguir con el tratamiento,se aconseja una actitud <strong>de</strong> aceptación <strong>de</strong>lhecho. Dicha aceptación implica mostrarsedisponible para recuperar la relación si elusuario <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> su reinicio. Aunque la inmensamayoría <strong>de</strong> los pacientes <strong>de</strong>shabituados vuelvena fumar cannabis -en nuestra experienciaprácticamente todos-, se espera <strong>de</strong> ellos queno lo hagan con tanta intensidad, es <strong>de</strong>cir,que pasen a ser consumidores sobrios .2.2. Abordaje grupalEl consumo <strong>de</strong> marihuana o <strong>de</strong> hachís,como el <strong>de</strong> tabaco, suele iniciarse <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>lpropio grupo <strong>de</strong> pares, en eda<strong>de</strong>s tempranasy con un escaso conocimiento <strong>de</strong> las posiblesconsecuencias negativas que pue<strong>de</strong>entrañar a medio o largo plazo. Cabría hablar,por tanto, <strong>de</strong> un típico ejemplo <strong>de</strong> presióngrupal, que suele acentuarse cuando el grupoes un referente más importante para el jovenque la propia familia (cuadro 10).Las sesiones terapéuticas grupales ofrecenun marco muy a<strong>de</strong>cuado para el entrenamientoen técnicas <strong>de</strong> relajación así comopara la prevención <strong>de</strong> otras posibles drogo<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>nciasy la prevención <strong>de</strong> recaídas,puesto que rentabilizan las intervenciones yfavorecen la adquisición <strong>de</strong> habilida<strong>de</strong>s socialesque <strong>de</strong>spués se extrapolarán a otro tipo<strong>de</strong> situaciones (Liddle, 1998).Las intervenciones grupales <strong>de</strong>berían partir,en teoría, <strong>de</strong> una a<strong>de</strong>cuada selección <strong>de</strong>310Tratamiento <strong>de</strong>l paciente cannábico

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