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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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contrarreloj para atenerse a los plazos de SpaceX, mientras Musk viajaba por

todo el país para hacerles una visita —a veces por sorpresa— y comprobar sus

avances. Una de aquellas inspecciones se produjo en una empresa de Wisconsin

llamada Spincraft. Junto a un par de empleados de SpaceX, Musk viajó en su jet

a la otra punta del país y llegó a última hora de la noche, convencido de que

vería a un turno de trabajadores haciendo horas extra para completar los tanques

de combustible. Cuando descubrió que la empresa acumulaba mucho retraso, se

volvió hacia un empleado y le dijo: «No me gusta que nos den por culo». David

Schmitz, en aquel entonces mánager general de Spincraft, dice que Musk tenía

fama de ser un negociador temible y de controlarlo todo personalmente. «Si Elon

no estaba satisfecho, te lo hacía saber —recuerda Schmitz—. Las cosas se

podían poner feas.» En los meses posteriores a aquella visita, SpaceX

incrementó sus capacidades de soldadura dentro de la empresa para fabricar

tanques de combustible en El Segundo y deshacerse de Spincraft.

Otro comercial se presentó en SpaceX para intentar venderle a la empresa

equipos de infraestructura tecnológica. Llegó preparado para ejecutar el número

que los viajantes han ejecutado ante sus posibles clientes desde tiempos

inmemoriales: presentarse, hablar, tantear y plantear la posibilidad de hacer

negocios en el futuro. Musk no estaba dispuesto a tolerarlo. «El tipo se presenta

y Elon le pregunta para qué se han reunido —dice Spikes—. “Para crear una

relación”, le responde. “Muy bien”, replica Elon, “encantado de conocerlo”, lo

que venía a decir: “Saca tu culo de mi oficina”. Aquel tipo había hecho un viaje

de cuatro horas que terminó con una reunión de dos minutos. Elon no tenía

paciencia con esas cosas.» Musk podía ser igualmente brusco con los empleados

que no estaban a la altura de sus expectativas. «Solía decir: “Cuanto más tardas

en despedir a alguien, más pronto deberías haberlo hecho”», recuerda Spikes.

A la mayoría de los empleados de SpaceX les entusiasmaba formar parte de

aquella aventura e intentaban que no les afectasen las rigurosas exigencias y la

severa conducta de Musk. Pero, a veces, Musk iba demasiado lejos. El equipo de

ingenieros entraba en cólera cada vez que este declaraba a un medio de

comunicación que había diseñado el cohete Falcon poco menos que por su

cuenta. Musk contrató también a un equipo de documentalistas para que lo

acompañara allá donde fuera. Aquel gesto de soberbia crispó los nervios de las

personas que tan duramente trabajaban en SpaceX. Tenían la sensación de que el

ego de Musk se estaba descontrolando, y de que presentaba SpaceX como la

conquistadora de la industria aeroespacial antes de haber realizado ni un solo

lanzamiento. A los empleados que presentaban informes detallados sobre

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