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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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masas —declaraba Eberhard—. Eran relativamente caros, pensados para las

personas que podían permitírselo.» 3 Aunque la publicación de aquel artículo

supuso un espaldarazo para Tesla, a Musk no le gustó que su nombre no se

mencionara ni en una sola ocasión. «Tratamos de subrayar su papel, y le

hablamos al reportero una y otra vez de él, pero el organigrama de la compañía

no le interesaba —recuerda Tarpenning—. Elon se enfureció y se puso rojo

como un tomate.»

Era comprensible que Musk deseara que la aureola de Tesla también

nimbase su cabeza. El vehículo se había convertido en una cause célèbre en el

ámbito del mundo del automóvil. Los vehículos eléctricos solían despertar

reacciones encendidas de admiración o rechazo, y la aparición de un automóvil

eléctrico que destacaba por su velocidad y su belleza avivó toda clase de

pasiones. Por otro lado, Tesla había convertido Silicon Valley en una amenaza

real, al menos conceptualmente, para Detroit. Un mes después del evento de

Santa Mónica se celebró el Pebble Beach Concours d’Elegance, un famoso

escaparate para automóviles exóticos. Tesla concitaba ya tantos comentarios que

los organizadores de la exhibición habían rogado disponer de un Roadster y

renunciaron a las cuotas de exhibición habituales. La compañía montó un stand,

y los clientes se amontonaron por docenas para firmar cheques de 100.000

dólares y reservar un modelo. «Faltaba mucho para la creación de Kickstarter y

no se nos había ocurrido la idea de recaudar dinero de esa forma —recuerda

Tarpenning—. Pero entonces empezamos a recibir millones de dólares en aquella

clase de eventos.» Inversores de capital riesgo, celebridades y amigos de los

empleados de Tesla trataron de hacerse un hueco en la lista de espera. Algunos

miembros de la élite de Silicon Valley llegaron al extremo de presentarse en las

oficinas de Tesla para tratar de comprar un automóvil. Los empresarios

Konstantin Othmer y Bruce Leak, que conocían a Musk desde los tiempos en

que había trabajado como becario en Rocket Science Games, acudieron

personalmente entre semana y terminaron dando una vuelta de prueba de casi

dos horas guiados por Musk y Eberhard. «Al final nos dijimos: “Nos llevaremos

uno” —rememora Othmer—. Como no estaban autorizados a vender

automóviles nos hicimos miembros de su club. Nos costó cien mil dólares, pero

los socios recibían un automóvil gratis.»

Cuando Tesla dejó de lado el marketing para volver a dedicarse a la

investigación y el desarrollo, algunas tendencias trabajaban en su favor. Los

avances informáticos habían propiciado que las empresas pequeñas pudieran

competir en ocasiones con los pesos pesados de la industria. Años atrás, los

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