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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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las rígidas leyes laborales que limitan los horarios de los empleados: automatizó

una fábrica de estampado de metales para que pudiera funcionar veinticuatro

horas al día, en lugar de dieciséis. También es conocido por sujetarse la coleta

con una goma negra, vestir chaqueta de cuero negro y llevar una riñonera negra

siempre consigo. La riñonera contiene su pasaporte, un talonario de cheques,

tapones para los oídos, protector solar y comida, entre otras cosas. «Guarda todo

lo que necesito para sobrevivir —dice Watkins—. Si me separo tres metros de

ella, la echo en falta.» Pese a sus pequeñas excentricidades, Watkins trabajó

meticulosamente durante varias semanas, hablando con los empleados y

analizando cada elemento de la cadena de suministro de Tesla para averiguar

cuánto costaría fabricar el Roadster.

Tesla había hecho un buen trabajo a la hora de controlar los salarios de los

empleados. Contrataba a chicos recién salidos de Stanford por 45.000 dólares en

lugar de a profesionales con experiencia que probablemente no querrían trabajar

tan duramente por 120.000 dólares. Pero en lo que respecta a los equipos y

materiales, Tesla era un verdadero espanto. A nadie le gustaba utilizar el

programa que hacía el seguimiento de la lista de materiales, así que no lo

utilizaba todo el mundo, y quienes se decidían a hacerlo solían cometer errores

de peso. Partían de lo que valía un componente de los prototipos y después

hacían una estimación del descuento que esperaban obtener comprándolo al por

mayor, en lugar de negociar un precio viable. En cierto momento, el programa

indicaba que cada Roadster debería costar alrededor de 68.000 dólares, con lo

que Tesla obtendría un beneficio aproximado de 30.000 dólares por vehículo.

Aunque todo el mundo sabía que las cuentas no estaban bien, se las enviaron al

consejo de administración.

Hacia mediados de 2007, Watkins presentó su informe a Musk. A este no le

cabía duda de que el precio de producción sería elevado, pero confiaba en que

disminuiría significativamente a medida que Tesla afinara el proceso de

fabricación e incrementase las ventas. «Entonces Tim me dio la horrible

noticia», dice Musk. Fabricar cada Roadster rondaría los 200.000 dólares,

mientras que Tesla planeaba venderlo por unos 85.000. «Incluso cuando la

producción estuviera a pleno rendimiento, la cifra no habría bajado de unos

170.000 dólares —afirma Musk—. Por supuesto, tampoco es que importara

mucho, porque aproximadamente un tercio de los putos autos sencillamente no

funcionaba.»

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