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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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detalles como el parasol acabamos teniendo que recurrir a un proveedor de

tercera categoría y, a continuación, trabajar para arreglar el problema después de

que los vehículos hubieran empezado a entregarse.» En cualquier caso, los

detalles cosméticos eran un asunto menor comparados con una serie de

incidentes internos bastante tormentosos, que amenazaron una vez más con

llevar la empresa a la bancarrota y que a continuación se revelan detalladamente

por primera vez.

Musk había contratado a George Blankenship, un antiguo directivo de

Apple, para ponerlo al frente de las tiendas y los centros de servicios. Cuando

estaba en Apple, Blankenship había trabajado a un par de puertas de Steve Jobs,

y se lo consideraba el artífice de buena parte de la estrategia de las tiendas

Apple. Cuando Tesla lo contrató, la prensa se emocionó y predijo que haría algo

espectacular que rompería con las tradiciones de la industria de la automoción.

Blankenship hizo algo así. Aumentó el número de concesionarios de Tesla

en todo el mundo y los inculcó el espíritu de las tiendas Apple. Al tiempo que

mostraban el Modelo S, las tiendas Tesla vendían sudaderas y gorras, y tenían

zonas en la parte trasera donde los niños podían entretenerse con cuadernos de

colorear y pinturas. Blankenship me enseñó la tienda Tesla en Santana Row, el

deslumbrante centro comercial de San José. Era un tipo cálido, con modales de

abuelo, que vio en Tesla su oportunidad de hacer algo grande. «El vendedor

típico quiere colocarte un auto en el momento para aligerar su inventario —

explica Blankenship—. Aquí, nuestro objetivo es desarrollar una relación con

Tesla y los vehículos eléctricos.» Tesla, decía, quería convertir el Modelo S en

algo más que un automóvil. Lo ideal es que fuera un objeto de deseo como el

iPod y el iPhone. Blankenship señaló que, en aquel momento, Tesla tenía más de

diez mil solicitudes del Modelo S, la mayoría de las cuales había llegado sin que

el cliente hubiera probado el vehículo. Gran parte de aquel interés inicial lo

despertó el aura que envolvía a Musk, de quien Blankenship decía que se parecía

a Jobs pero con un aire de maniático del control más moderado. «De los lugares

en que he trabajado, este es el primero que va a cambiar el mundo», afirma

Blankenship, lanzando una pequeña puñalada a la naturaleza a menudo trivial de

los productos de Apple.

Musk y Blankenship se llevaron bien al principio, pero su relación se

estropeó a finales de 2012. Tesla tenía gran cantidad de solicitudes en las que los

clientes habían abonado una señal de 5.000 dólares para reservar un Modelo S y

colocarse en la cola de espera. Pero a la empresa le costaba trabajo convertir esas

reservas en ventas definitivas. El motivo de ello no está claro. Podría deberse a

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