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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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necesarias. La noche anterior al Día de Acción de Gracias de 1999, X.com inició

su andadura en el mercado. «Me quedé hasta las dos de la madrugada —recuerda

Anderson—. Después me fui a casa para preparar la comida. Elon me llamó al

cabo de unas horas y me pidió que fuera a la oficina para echar una mano y que

otros ingenieros pudieran descansar un poco. Se quedó allí cuarenta y ocho horas

consecutivas para asegurarse de que todo estaba en orden.»

Bajo la dirección de Musk, X.com introdujo en el mundo de la banca

algunas ideas radicales. Los clientes recibían un bono de veinte dólares

simplemente por apuntarse al servicio y otro de diez dólares por cada persona

que llevaran al banco. Musk prescindió de las molestas tasas y las penalizaciones

por descubierto. Con una estrategia muy moderna, X.com también creó un

sistema de pago en el que se podía enviar dinero a una persona introduciendo

simplemente su correo electrónico en la página. El proyecto consistía en huir de

la parsimonia de los bancos clásicos, cuyos ordenadores tardaban días en

procesar los pagos, para crear cuentas ágiles con las que fuera posible manejar el

dinero con un par de clics de ratón o una dirección de correo electrónico.

Aquello era revolucionario; dos meses después de entrar en funcionamiento, la

entidad contaba con doscientos mil clientes.

X.com no tardó en tener competencia seria. Max Levchin y Peter Thiel, un

par de jóvenes brillantes, habían elaborado un sistema de pago propio para su

empresa, Confinity. Curiosamente, el dúo alquilaba a X.com su espacio de

oficinas —que era poco más que cuarto de la limpieza con ínfulas— e intentaba

brindar a los usuarios de las PDA Palm Pilot la posibilidad de enviarse dinero a

través de los puertos infrarrojos de sus aparatos. Entre X.com y Confinity, la

pequeña oficina de University Avenue se había convertido en el frenético

epicentro de la revolución financiera en internet. «Aquellos jóvenes trabajaban

sin descanso —recuerda Ankenbrandt—. El lugar apestaba. Todavía lo huelo:

sobras de pizza, olores corporales y sudor.»

Las cortesías entre X.com y Confinity tuvieron un final abrupto. Los

fundadores de Confinity se trasladaron a otra oficina en la misma calle y, al igual

que X.com, empezaron a centrar su atención en un servicio de pagos por correo

electrónico y páginas web; dicho servicio se llamaba PayPal. Las dos empresas

se enzarzaron en una intensa batalla para ofrecer un producto cada vez mejor y

atraer a más clientes, sabedoras de que la victoria sería para la que creciera más

deprisa. Se gastaron decenas de millones de dólares en promoción, y también en

combatir a los piratas informáticos que explotaban sus servicios para cometer

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