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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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de entrega. A menudo le decían que los plazos exigidos por SpaceX eran una

locura, aunque no faltaba quien se mostraba más complaciente e intentaba

adaptar un producto ya existente a las necesidades de la empresa en lugar de

construirlo desde cero. Hollman también descubrió que la creatividad daba

buenos frutos. Por ejemplo, vio que bastaba con cambiar las juntas de algunas

válvulas usadas en los túneles de lavado, muy fáciles de conseguir, para que

funcionaran con combustible para cohetes.

Después de que SpaceX construyera su primer motor en la fábrica de

California, Hollman lo cargó junto a otras partes del equipo en un remolque de la

empresa U-Haul. Lo enganchó a un todoterreno Hummer H2 y condujo los mil

ochocientos kilos de carga 7 por la Interestatal 10 desde Los Ángeles hasta la

zona de pruebas en Texas. Con la llegada del motor a Texas comenzó uno de los

ejercicios que más consolidó el compañerismo entre los empleados de SpaceX.

En un entorno aislado y castigado por el sol, lleno de serpientes de cascabel y

hormigas rojas, el grupo liderado por Buzza y Mueller inició el proceso de

examinar los motores hasta sus últimos recovecos. Aquel esfuerzo ímprobo,

acometido bajo una presión enorme, estuvo lleno de explosiones —o de lo que

los ingenieros llamaban eufemísticamente «desmontajes rápidos no

programados»— que iban a determinar si un pequeño grupo de ingenieros era

verdaderamente capaz de igualar el trabajo y la habilidad de naciones enteras.

Los empleados de SpaceX bautizaron el lugar como correspondía, vaciando una

botella de coñac Rémy Martin de 1.200 dólares en vasos de papel y pasando un

control de alcoholemia en el camino de vuelta a los pisos de la empresa. A partir

de entonces, el trayecto desde California hasta la zona de pruebas pasó a

denominarse el Transporte de Ganado de Texas. Los ingenieros trabajaban diez

días consecutivos, regresaban a California durante un fin de semana y después

volvían a Texas. Para facilitarles el viaje, Musk les ofrecía a veces su jet privado.

«Tenía capacidad para seis personas —recuerda Mueller—. O para siete, si

alguien se sentaba en el lavabo, como ocurría siempre.»

Aunque tanto las fuerzas aéreas como Beal habían dejado algunos aparatos

de prueba, SpaceX tuvo que construir una enorme cantidad de equipo. Uno de

los más grandes era un banco de pruebas horizontal de unos nueve metros de

largo, cinco metros de ancho y cinco metros de alto. También hubo que construir

el banco vertical complementario, de dos pisos de altura. Cuando era necesario

encender un motor, había que amarrarlo a uno de los bancos de pruebas,

equiparlo con sensores para recoger datos y controlarlo mediante varias cámaras.

El equipo se guarecía en un búnker protegido en un lado por un montículo de

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