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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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fabricación industrial a los empleos mejor pagados en tecnologías de la

información debería leer este libro y echar un vistazo a las consecuencias de este

cambio a largo plazo. Smil presenta numerosos ejemplos de cómo la fabricación

industrial produce innovaciones importantes y crea un enorme ecosistema de

empleos y habilidades técnicas en torno a estos. «Por ejemplo, cuando hace tres

décadas Estados Unidos dejó de fabricar prácticamente todos los dispositivos y

pantallas de electrónica de consumo, perdió también la capacidad de desarrollar

y producir en masa pantallas planas y baterías avanzadas, dos productos que son

esenciales para los ordenadores portátiles y los teléfonos móviles, y cuya

importación a gran escala continúa aumentando el déficit de la balanza de

pagos», escribe Smil. Un poco más adelante, el autor recalca que la industria

aeroespacial ha sido un regalo inmenso para la economía estadounidense y se ha

convertido en uno de sus mayores exportadores. «Mantener la competitividad

del sector es un elemento clave en el intento de aumentar las exportaciones de

Estados Unidos, y las exportaciones tendrán que suponer una gran parte de las

ventas del sector porque en las próximas dos décadas el mayor mercado

aeroespacial del mundo será Asia, y sobre todo China e India, y los fabricantes

estadounidenses de aeronaves y aeromotores se beneficiarán de esta expansión.»

A Smil le preocupa la creciente incapacidad de Estados Unidos para

competir con China, y sin embargo no considera que Musk y sus empresas

puedan contrarrestar esa decadencia. «Como historiador de los adelantos

tecnológicos, entre otras cosas, Tesla no me parece más que un juguete de

exhibición poco original y demasiado publicitado —me escribió Smil—. Lo

último que necesita un país en el que cincuenta millones de personas deben

recurrir a cupones de alimentos y que cada mes aumenta su deuda en ochenta y

cinco mil millones de dólares es cualquier cosa que tenga que ver con el espacio,

especialmente los viajes de placer para millonarios. Y lo del tubo de transporte

no es más que un truco de embaucadores que no saben más que física de

parvulario y se dedican a publicitar un Gedankenexperiment muy viejo [...] Hay

muchos estadounidenses con inventiva, pero Musk no es uno de ellos.»

Se trata de comentarios duros y sorprendentes teniendo en cuenta algunas

de las cosas que Smil loa en su último libro. Dedica muchas páginas a mostrar el

impacto positivo que la integración vertical de Henry Ford tuvo en el avance de

la industria automovilística y la economía estadounidenses. También escribe

bastante sobre el auge de las «máquinas mecatrónicas», o máquinas que

dependen en gran medida de la electrónica y del software. «En 2010, los

controles electrónicos de una berlina típica requieren más líneas de código que

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