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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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moderno de las masas. Dos meses después de la fusión, Thiel presentó su

dimisión y Levchin amenazó con marcharse por aquella desavenencia

tecnológica. Musk estaba al mando de una compañía fracturada.

Los problemas tecnológicos a los que se había enfrentado X.com

empeoraron a medida que los sistemas informáticos se mostraban incapaces de

atender las demandas de una base de clientes que no dejaba de crecer. La página

web se colapsaba una vez a la semana. Se encomendó a la mayoría de los

ingenieros la tarea de diseñar un nuevo sistema, lo que apartó de su trabajo

básico a personal clave e hizo que X.com fuera vulnerable al fraude. «Perdíamos

dinero a manos llenas», sostiene Stoppelman. A medida que X.com ganó en

popularidad y su volumen de transacciones creció, sus problemas empeoraron.

Sufría más fraudes. Las tasas de los bancos y las empresas de tarjetas de crédito

se multiplicaron. Surgieron nuevos competidores. X.com carecía de un modelo

de negocio capaz de compensar las pérdidas y sacar provecho del dinero que

manejaba. Roelof Botha, en aquel entonces director financiero de la empresa y

en la actualidad prominente inversor de riesgo en Sequoia Capital, no cree que

Musk informara debidamente al consejo de administración de los problemas que

aquejaban a la firma. Cada vez más voces de la empresa ponían en tela de juicio

la toma de decisiones de Musk ante las crisis.

Y entonces, la empresa recibió uno de los golpes más sucios que se

recuerdan en la larga e ilustre historia de traiciones de Silicon Valley. Un

pequeño grupo de empleados de X.com se reunió una noche en Fanny &

Alexander, un bar de Palo Alto ahora desaparecido, y pusieron en marcha una

tormenta de ideas para derribar a Musk. Decidieron recomendar al consejo de

administración que hiciera volver a Thiel y le dieran el puesto de director

general. En lugar de enfrentarse cara a cara con Musk y proponerle esa

posibilidad, los conspiradores actuaron a sus espaldas.

Musk y Justine se habían casado en enero de 2000, pero habían estado

demasiado ocupados para marcharse de luna de miel. Nueve meses después, en

septiembre, decidieron mezclar el amor y los negocios emprendiendo un viaje

para recaudar fondos que terminaría con una luna de miel en Sídney, donde

asistirían a las Olimpiadas. La misma noche en que subieron al avión, algunos

ejecutivos de X.com presentaron mociones de censura al consejo de

administración. Algunas personas leales a Musk intuyeron que pasaba algo raro,

pero ya era demasiado tarde. «Llegué a la oficina a las diez y media aquella

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