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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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darnos un apretón de manos, si quieres”. Y lo hicimos. No recuerdo en qué

estaba pensando en aquel momento, y lo único que puedo decir es que yo tenía

veintidós años.»

Hasta entonces, Riley había sido una hija modélica. Nunca había supuesto

una preocupación para sus padres. Se le daban bien los estudios, había

conseguido algunos papeles fantásticos y tenía una personalidad dulce y afable,

propia de una auténtica Blancanieves, según sus amigas. Pero allí estaba en el

balcón del hotel, informando a sus padres de que había accedido a casarse con

un hombre catorce años mayor que ella que acababa de pedir el divorcio a su

primera esposa, tenía cinco hijos y dos empresas, sin que ni siquiera ella misma

entendiera cómo podía haberse enamorado de él cuando apenas lo conocía desde

hacía unas semanas. «Creo que a mi madre le dio un ataque de nervios —dice

Riley—. Pero yo siempre había sido muy romántica, y en realidad no me parecía

algo tan extraño.» Riley regresó a Inglaterra para recoger sus cosas y sus padres

viajaron con ella a Estados Unidos para conocer a Musk, que pidió con retraso

su bendición al padre de Riley. Musk no tenía casa propia, así que la pareja se

mudó a la casa de un amigo de Musk, el multimillonario Jeff Skoll. «Llevaba allí

una semana cuando entró aquel desconocido —recuerda Riley—. Le pregunté

quién era, y él me respondió que era el dueño de la casa y me preguntó a su vez

quién era yo. En cuanto se lo dije, se marchó.» Más adelante, Musk volvió a

pedirle matrimonio a Riley en el balcón de la casa de Skoll, esta vez con un

anillo gigantesco. (En total, Musk le ha regalado tres anillos de compromiso: el

que acabamos de mencionar, otro para ponérselo a diario y un tercero diseñado

por él mismo, con un diamante rodeado por diez zafiros.) «Recuerdo que dijo:

“Estar a mi lado era elegir el camino más arduo”. En aquel momento no lo

entendí, pero ahora sí. Es realmente duro, un viaje muy loco.»

Riley tuvo un bautismo de fuego. Aquel idilio relámpago le había dado la

impresión de que estaba comprometida con un multimillonario que viajaba en su

propio jet y tenía el mundo a sus pies. Aquello era cierto en teoría, pero en la

práctica la situación era más complicada. Hacia finales de julio, Musk se dio

cuenta de que apenas tenía suficiente dinero en efectivo para llegar a final de

año. Tanto SpaceX como Tesla necesitarían inyecciones de capital para pagar a

los empleados, y no estaba claro de dónde sacar fondos en un momento en que

los mercados financieros mundiales experimentaban turbulencias y en que las

inversiones estaban en suspenso. Si todo hubiera ido mejor en las empresas,

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