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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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espray. Con el dinero de los inversores, Kimbal se compró un BMW Serie 3, y

Musk, un Jaguar E-Type. «Se averiaba constantemente y solía llegar al trabajo

en grúa —rememora Kimbal—. Pero Elon siempre ha pensado a lo grande.» 2

A modo de ejercicio para reforzar el compañerismo, Musk, Ambras y otros

empleados y amigos dedicaron un fin de semana a recorrer en bicicleta la reserva

natural de Saratoga, en las montañas de Santa Cruz. Casi todos los ciclistas se

habían estado preparando y estaban acostumbrados a los esfuerzos físicos

intensos y al calor del verano. Subieron las montañas a un ritmo vertiginoso. Al

cabo de una hora, Russ Rive, el primo de Musk, llegó a la cima y se puso a

vomitar. Justo detrás de él llegaron los demás ciclistas. Quince minutos más

tarde apareció Musk. Tenía la cara morada y estaba empapado en sudor, pero

llegó a la cima. «Nunca olvidaré aquella carrera. Elon no estaba preparado en

absoluto —recuerda Ambras—. Cualquier otro habría tirado la toalla o habría

subido caminando con su bicicleta. Cuando le vi subir los últimos treinta metros,

con aquel rictus de sufrimiento, pensé: “Elon es así: triunfar o morir, pero jamás

rendirse”.»

Musk siguió derrochando energía en el trabajo. Cuando algún inversor

estaba a punto de llegar a la oficina, Musk reunía a sus tropas y les indicaba que

hablaran por teléfono para que pareciera que estaban muy ocupados. También

formó un equipo para participar en torneos de Quake, un videojuego de acción

en primera persona. «Competimos en uno de los primeros torneos a nivel

nacional —rememora Musk—. Quedamos los segundos, y nos habríamos

llevado el gato al agua si la máquina de uno de nuestros mejores jugadores no se

hubiera averiado porque forzó demasiado la tarjeta gráfica. Ganamos unos

cuantos miles de dólares.»

Zip2 tuvo un notable éxito cortejando a los periódicos. El New York Times,

Knight Ridder, Hearst Corporation y otros propietarios de medios de

comunicación se apuntaron al servicio. Algunas de estas empresas invirtieron

además 50 millones de dólares adicionales en Zip2. En aquel momento habían

empezado a aparecer servicios como Craigslist, que ofrecían de forma gratuita la

posibilidad de publicar anuncios clasificados en internet, y los periódicos

necesitaban decidir una línea de actuación. «Los periódicos sabían que internet

podía causarles problemas, y la idea era obtener contratos con todos los que

fuera posible —recuerda Ambras—. Buscaban anuncios clasificados y

directorios de propiedades inmobiliarias, concesionarios automovilísticos y

espectáculos, y podían utilizarnos como plataforma para ofrecer todos estos

servicios en la red.» Zip2 registró el eslogan «We Power the Press»

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