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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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kilómetros por hora. Sin embargo, durante las comprobaciones previas al

lanzamiento, los ingenieros detectaron un problema importante: una válvula del

tanque de oxígeno líquido no estaba bien cerrada, y el combustible se evaporaba

a una velocidad de casi 1.900 litros por hora. El equipo se apresuró a solucionar

el problema, pero el cohete perdió demasiado oxígeno para despegar durante la

ventana asignada.

Con la misión abortada, SpaceX ordenó que le trajeran de Hawái una buena

reserva de oxígeno líquido y preparó un nuevo lanzamiento a mediados de

diciembre. Los fuertes vientos, nuevos fallos en las válvulas y otros errores

echaron por tierra la nueva tentativa. Antes de realizar un tercer intento, el

equipo descubrió una noche de sábado que los sistemas de distribución de la

electricidad habían empezado a funcionar mal y había que instalar nuevos

condensadores. El domingo por la mañana bajaron el cohete y desmontaron las

dos fases para que un técnico pudiera deslizarse en su interior y quitar las placas

eléctricas. Alguien localizó en Minnesota una tienda de electrónica que abría los

domingos, y un empleado de la empresa voló sin demora hasta allí para comprar

algunos condensadores. El lunes estaba en California probando los componentes

en la oficina central de la compañía, para cerciorarse de que pasaban diversas

pruebas de temperatura y vibración antes de regresar en avión a las islas. En

menos de ochenta horas se había reparado y reinstalado el sistema electrónico

del cohete. La carrera de ida y vuelta a Estados Unidos demostró que los treinta

miembros del equipo de SpaceX sabían hacer frente a la adversidad y alentaron a

todo el mundo en la isla. Si el lanzamiento hubiera estado a cargo de un equipo

tradicional, formado por unas trescientas personas, jamás se habría pensado en

reparar el cohete a esa velocidad. Pero la energía, el talento y los recursos del

equipo de SpaceX no bastaron para vencer su inexperiencia ni para sobreponerse

a las dificultades atmosféricas. Se produjeron nuevos problemas y la idea de

realizar el lanzamiento quedó completamente descartada.

Finalmente, el 24 de marzo de 2006 funcionó todo a la perfección. El

Falcon 1 despegó de la plataforma de lanzamiento y se elevó en el cielo. Desde

las alturas, la isla se veía como una mancha verde en medio de un vasto fondo

azul. En la sala de control, Musk observaba la evolución del cohete mientras se

paseaba vestido con pantalones cortos, sandalias y camiseta de manga corta. Sin

embargo, a los veinticinco segundos, quedó claro que algo no iba bien. Se

declaró un fuego en el motor Merlín y el aparato, que había estado ascendiendo

en una impecable línea recta, empezó a dar vueltas y después cayó

incontrolablemente a la Tierra. El Falcon 1 acabó precipitándose directamente

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