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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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las instrucciones que se necesitan para manejar el último avión de propulsión a

chorro de Boeing —escribe Smil—. La fabricación estadounidense ha

convertido los automóviles modernos en máquinas mecatrónicas extraordinarias.

La primera década del siglo XXI ha aportado innovaciones que van desde el

desarrollo de nuevos materiales (estructuras de carbono en aviación,

nanoestructuras) hasta la electrónica inalámbrica.»

Entre quienes lo critican, hay una tendencia a menospreciar a Musk como

un soñador frívolo, tendencia que deriva principalmente de una falta de

comprensión sobre las tareas en las que se ha embarcado. La gente como Smil

parece que ha leído algún artículo o ha visto un programa de televisión que

menciona sus proyectos de viajar a Marte, e inmediatamente lo meten en el

mismo saco de los turistas espaciales. Sin embargo, Musk raramente menciona el

turismo, y desde el primer día ha construido SpaceX para competir en el aspecto

industrial del negocio espacial. Si Smil cree que el que Boeing venda aviones es

algo indispensable para la economía estadounidense, entonces debería mostrarse

entusiasmado por lo que ha conseguido SpaceX en el mercado de los

lanzamientos comerciales. SpaceX fabrica sus productos en Estados Unidos y ha

realizado avances espectaculares en tecnología aeroespacial, en materiales y en

técnicas de fabricación. No costaría mucho argumentar que SpaceX es la única

esperanza de Estados Unidos para competir con China en el próximo par de

décadas. Y en cuanto a las máquinas mecatrónicas, SpaceX y Tesla han sentado

un precedente en la combinación de electrónica, software y metal que sus rivales

aún se esfuerzan por igualar. Por último, todas las empresas de Musk, incluida

SolarCity, han sacado un partido extraordinario a la integración vertical y han

logrado un control interno de todos los componentes que no tiene parangón.

Para hacerse una idea de hasta qué punto la labor de Musk puede acabar

siendo importante para la economía estadounidense, hay que pensar en la

máquina mecatrónica dominante en los últimos años: el smartphone. Antes del

iPhone, Estados Unidos era el farolillo rojo de la industria de las

telecomunicaciones. Los teléfonos celulares y los servicios móviles

verdaderamente atractivos estaban en Europa y Asia, mientras que los

consumidores estadounidenses se tenían que conformar con equipos anticuados.

La aparición del iPhone en 2007 lo cambió todo. El dispositivo de Apple imitaba

la mayoría de las funciones de un ordenador y añadía algunas capacidades

nuevas con sus apps, sensores y localizadores. Google saltó al mercado con su

software Android y los teléfonos que lo acompañaban, y Estados Unidos se

convirtió en la mayor potencia de la industria de la telefonía móvil. Los

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