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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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Unidos y otros gobiernos. Entre otros motivos de su fama, Cantrell había sido

acusado de espionaje y sometido a arresto domiciliario por los rusos en 1996,

después de que se torciera un acuerdo para la adquisición de un satélite. «Al

cabo de un par de semanas, Al Gore hizo algunas llamadas y todo quedó

solucionado —recuerda Cantrell—. A partir de entonces decidí que no volvería a

hacer tratos con los rusos en la vida.» Musk tenía otras ideas.

Cantrell estaba conduciendo su descapotable en una calurosa tarde de julio

en Utah cuando recibió una llamada. «Aquel tipo de acento tan curioso me dijo:

“Tengo que hablar con usted. Soy multimillonario. Voy a empezar un programa

espacial”.» Cantrell no oía bien a Musk —creyó entender que se llamaba Ian

Musk— y le dijo que le telefonearía cuando estuviera en casa. No se puede decir

que la relación entre ambos estuviera basada en la confianza desde el primer

momento. Musk se negó a darle a Cantrell su número de móvil y le llamó desde

el fax. A Cantrell le pareció que Musk era un tipo interesante pero demasiado

impaciente. «Me preguntó si había algún aeropuerto cerca de mi casa y si podía

reunirme con él al día siguiente —recuerda Cantrell—. Se me dispararon todas

las alarmas.» Temeroso de que se tratase de un plan elaborado por alguno de sus

enemigos, Cantrell le dijo a Musk que se reuniría con él en el aeropuerto de Salt

Lake City, donde alquilaría una sala de reuniones junto al bar Delta. «Quería

verme con él en un lugar situado tras los controles de seguridad, para que no

pudiera llevar un arma», explica Cantrell. Cuando finalmente se celebró la

reunión, Musk y Cantrell hicieron buenas migas. Musk le soltó su discurso sobre

la necesidad de que los humanos se convirtieran en una especie multiplanetaria,

y Cantrell le dijo que, si hablaba verdaderamente en serio, estaría dispuesto a

volver a Rusia y ayudarlo a comprar un cohete.

A finales de octubre de 2001, Musk, Cantrell y Adeo Ressi —un amigo de

Musk de los tiempos de la universidad— viajaron a Moscú en un vuelo

comercial. Ressi había desempeñado el papel de guardián de Musk y había

tratado de determinar si su mejor amigo había empezado a perder la cabeza.

Confeccionó un vídeo recopilatorio de cohetes explotando y concertó citas con

sus amigos para tratar de convencerlo entre todos de que iba a derrochar su

dinero. Después de que todo ello fallase, Adeo fue a Rusia para tratar de

contener a Musk en la medida de sus posibilidades. «Adeo hizo un aparte

conmigo y me dijo: “Elon está cometiendo una locura. ¿Filantropía? Sandeces”

—recuerda Cantrell—. Estaba muy preocupado, pero el viaje le gustó.» ¿Y por

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