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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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Se puede disculpar a los veteranos de la industria automovilística por

haberse dejado pillar por sorpresa. Durante años, Tesla pareció un completo

desastre incapaz de hacer nada a derechas. Hasta 2009 no cogieron el ritmo —

con el Roadster— ni resolvieron los problemas de fabricación subyacentes tras

aquel coche deportivo. Justo cuando la empresa intentaba ganar cierto impulso

apoyándose en el Roadster, Musk envió un correo electrónico a los clientes

anunciando una subida del precio. El precio base se había estimado inicialmente

en unos 92.000 dólares, y él comunicó que finalmente ascenderían a unos

109.000. En su mensaje, Musk decía que los cuatrocientos clientes que habían

encargado ya un Roadster pero aún no lo habían recibido tendrían que apechugar

con el incremento y soltar el dinero extra. Intentó calmar las protestas

explicando que la empresa no había tenido más alternativa que subir el precio.

Los costes de fabricación del Roadster habían sido mucho más altos de lo que la

empresa había calculado al principio, y Tesla necesitaba demostrar que podía

construir los coches de forma rentable para aumentar sus posibilidades de

asegurarse un generoso préstamo del Gobierno; préstamo que necesitaría para

construir el Modelo S, el cual había prometido sacar en 2011. «Creo firmemente

que el plan […] representa un compromiso razonable entre ser justos con los

clientes iniciales y asegurar la viabilidad de Tesla, la cual es obviamente lo que

más interesa a los clientes —escribió Musk en el mensaje—. La producción

masiva de automóviles eléctricos ha sido mi objetivo desde los orígenes de

Tesla. No quiero que hagamos nada que ponga en peligro ese objetivo, ni creo

que la inmensa mayoría de los clientes de Tesla lo quieran.» Aunque algunos

refunfuñaron, Musk había juzgado bien a su base de clientes. Apoyarían

prácticamente todo lo que propusiera.

Después del incremento de precio, Tesla tuvo que organizar una retirada de

vehículos por motivos de seguridad. Se decía que Lotus, el fabricante de los

chasis del Roadster, no había fijado bien un perno en la cadena de montaje. El

lado positivo era que Tesla solo había entregado 345 Roadster, lo que significaba

que podría resolver el problema sin grandes complicaciones. El lado negativo,

que una retirada de vehículos por motivos de seguridad era lo último que

necesitaba una empresa emergente, incluso si era una medida preventiva más

que nada, como proclamaba Tesla. Al año siguiente llevó de nuevo a cabo una

retirada voluntaria. Se había recibido un informe sobre un cable eléctrico que

había rozado contra el chasis del Roadster hasta el punto de causar un

cortocircuito y un poco de humo. En aquella ocasión, Tesla se llevó 439

Roadster para arreglar ese defecto. La empresa hizo lo que pudo para dar un giro

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