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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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también venía de Boeing, donde se había ganado la reputación de ser uno de los

mejores profesionales del planeta en pruebas de cohetes. Steve Johnson, que

había trabajado en JPL y en dos compañías espaciales comerciales, fue

nombrado director de ingeniería mecánica. El ingeniero aeroespacial Hans

Koenigsmann se encargó del desarrollo de los sistemas de aviónica, teledirección

y control. Musk también reclutó a Gwynne Shotwell, una veterana de la industria

aeroespacial que empezó como la primera representante de SpaceX y con el paso

del tiempo se convirtió en la mano derecha de Musk y en la presidenta de la

empresa.

En aquellos primeros tiempos también llegó Mary Beth Brown, un

personaje hoy legendario en la historia de SpaceX y Tesla. Brown —o MB,

como todo el mundo la llamaba— se convirtió en la leal ayudante de Musk; la

relación entre ambos recordaba a la de Tony Stark y Pepper Potts en Iron Man.

Musk trabajaba veinte horas al día, exactamente como Brown. Con el paso de

los años, Brown se encargó de comprarle la comida, concertar sus citas de

negocios, fijar las horas que pasaba con sus hijos, elegirle la ropa, encargarse de

atender a la prensa y, cuando era necesario, sacar a Musk de las reuniones para

que su agenda no se descabalara. No solo se acabó convirtiendo en el único

puente entre Musk y todos sus intereses, sino también en un activo de valor

incalculable para los empleados de la compañía.

Brown desempeñó un papel crucial a la hora de forjar el estilo de trabajo

que presidió los primeros años de SpaceX. Prestaba atención a pequeños

detalles, como los cubos de basura rojos con diseño de nave espacial que había

en el despacho, y contribuía a que se respirarse un buen ambiente. Cuando se

trataba de cuestiones relacionadas directamente con Musk, Brown aportaba su

firmeza y su sensatez. El resto del tiempo lucía una amplia y cálida sonrisa y un

encanto cautivador. «Siempre andaba diciendo cosas como: “Oh, querido.

¿Cómo estás, querido?”», recuerda un técnico de la empresa. Seleccionaba los

correos más estrambóticos que recibía Musk y los reenviaba con el título «El

pirado de la semana» para que todo el mundo se riera. En una de las mejores

entregas de aquella serie, aparecía un dibujo hecho a mano de una aeronave

lunar con una mancha roja. La persona que había enviado la carta había rodeado

la mancha con un círculo y había escrito al lado: «¿Qué será esto? ¿Sangre?».

Otras cartas describían proyectos para construir una máquina de movimiento

perpetuo o para crear un gigantesco conejo hinchable con el que detener los

derrames de petróleo. Durante una breve temporada, Brown se ocupó de los

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