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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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había visto. Preguntó cuánta deuda brasileña estaba disponible a veinticinco

centavos. «Me dijeron: “¿Cuánta quiere comprar”, y yo dije una cifra

exorbitante, diez mil millones de dólares.» Cuando le confirmaron que era

factible, Musk colgó. «Pensé que estaban como una puta cabra, porque podías

multiplicar por dos la inversión. Todo estaba respaldado por el tío Sam. Aquello

era pan comido.»

Musk se había pasado el verano ganando unos catorce dólares por hora y

siendo amonestado por utilizar la máquina de café reservada a los ejecutivos,

entre otras infracciones por el estilo, así que pensó que había llegado su

oportunidad para brillar y conseguir una enorme prima. Fue corriendo al

despacho de su jefe y le expuso aquella oportunidad insólita. «Se pueden ganar

miles de millones de dólares sin riesgo alguno», dijo. Su jefe le pidió que

escribiera un informe para el director general de la entidad, que rechazó la

propuesta de inmediato, afirmando que el banco ya había tenido problemas con

las deudas brasileña y argentina y no quería tropezar con la misma piedra.

«Intenté decirles que eso daba igual —afirmó Musk—. Lo importante era que

estaba respaldada por el puto tío Sam. Daba igual lo que hicieran los

sudamericanos. Era imposible perder dinero a menos que el Tesoro

estadounidense se declarase en bancarrota. Pero a pesar de todo, para mi

asombro, no movieron un dedo. Más adelante, cuando competía contra los

bancos, recordar aquel momento me daba confianza. Los banqueros se limitaban

a imitar lo que hacía todo el mundo. Si los demás se tirasen por un puente, ellos

también se tirarían. Si hubiera una gigantesca pila de oro en medio del cuarto y

nadie la cogiera, ellos tampoco la cogerían.»

En los años siguientes, Musk se planteó la posibilidad de crear un banco

que operase en internet, y habló de ello abiertamente durante su período de

prácticas en Pinnacle Research, en 1995. El joven Musk aleccionó a los

científicos sobre la inevitable transición del mundo de las finanzas hacia los

sistemas en red, pero ellos se negaron a creerlo, alegando que la seguridad en

internet tardaría una eternidad en ser lo bastante fiable para atraer a los clientes.

Con todo, Musk siguió convencido de que la industria financiera podía dar un

gran salto adelante y de que él podría tener una gran influencia en ese proceso

con una inversión relativamente pequeña. «El dinero tiene un ancho de banda

bajo —dijo durante un discurso en la Universidad de Stanford en 2003,

describiendo su manera de ver las cosas—. No hace falta una gran mejora de las

infraestructuras para lograr cosas con él. Es una simple entrada en una base de

datos.»

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