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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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combustible. Los conductores de un Modelo S no tendrían problema para

encontrar sus estaciones, no solo porque el ordenador de a bordo los guiaría

hasta la más cercana, sino porque Musk y Holzhausen habían diseñado unos

gigantescos monolitos rojos y blancos que señalarían su presencia.

Las estaciones de supercarga, como las bautizó Tesla, representaban una

inversión importante para una empresa que andaba corta de fondos. Se podía

argumentar que gastar dinero en algo así, en un momento tan difícil de la historia

de Tesla y el Modelo S, era una tontería y hasta una completa locura. Seguro que

Musk no podía tener el descaro de rehacer por completo la idea del automóvil y

construir una red de suministro de energía al mismo tiempo, y todo con un

presupuesto equivalente a lo que Ford y ExxonMobil gastaban en su fiesta de

vacaciones anual. Pero aquel era justamente el plan. Musk, Straubel y otros

integrantes de Tesla habían trazado hacía tiempo aquel esquema de todo-o-nada,

y algunas características del Modelo S se habían construido pensando en la

supercarga. 11

Aunque la aparición del Modelo S y la red de carga le consiguieron a la

empresa un montón de titulares, no estaba claro que la buena prensa y las buenas

vibraciones fuesen a durar. Se había tenido que llegar a grandes compromisos

mientras Tesla se apresuraba a sacar el Modelo S al mercado. El auto tenía

algunas características nuevas y espectaculares, pero dentro de la empresa todos

sabían que, a nivel de berlinas de lujo, comparando característica con

característica, el Modelo S no estaba a la altura de vehículos como los BMW o

los Mercedes-Benz. Por ejemplo, los primeros miles de autos Modelo S se

entregaron sin los sensores de aparcamiento ni la navegación asistida por radar

comunes en otros vehículos de gama alta. «Había que elegir entre contratar de

inmediato un equipo de cincuenta personas para incluir una de esas cosas, o ir

instalando prestaciones lo mejor y lo más rápido que se pudiera», explica

Javidan.

Tampoco era fácil explicar los acabados imperfectos. Los primeros

compradores podían perdonar que un limpiaparabrisas se estropease un par de

días, pero querían ver asientos y parasoles a la altura de los 100.000 dólares que

habían pagado. Tesla hacía todo lo posible para conseguir materiales de la

máxima calidad, pero a veces le costaba convencer a los principales proveedores

de que se tomasen a la empresa en serio. 12 «Pensaban que no podríamos entregar

mil Modelos S —recuerda Holzhausen—. Era frustrante, porque a nivel interno

estábamos motivados para fabricar autos perfectos, pero no lográbamos obtener

el mismo nivel de compromiso por parte de los proveedores externos. Con

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