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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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el auto durante los días previos a la presentación para asegurarse de que sabían

con exactitud cuánto aguantaba antes de sobrecalentarse. Aunque no fue

perfecta, la presentación logró exactamente lo que pretendía Musk: recordó a la

gente que Tesla tenía un plan creíble para hacer que los automóviles eléctricos

fuesen más comunes, y que sus vehículos eran mucho más ambiciosos que los

proyectos de grandes fabricantes como General Motors o Nissan, tanto por el

diseño como por la autonomía.

Sin embargo, las posibilidades de que el Modelo S dejara de ser un

prototipo para convertirse en un automóvil comercializable eran minúsculas. La

empresa tenía los conocimientos tecnológicos y la voluntad de utilizarlos para

lograr ese objetivo, pero andaba escasa de dinero y carecía de una fábrica capaz

de producir vehículos a millares. Construir un automóvil entero requería

máquinas troqueladoras que tomasen planchas de aluminio y las cortasen en las

dimensiones adecuadas para crear puertas, capó y paneles de carrocería. A

continuación vendrían las máquinas estampadoras y las moldeadoras de metal

que darían al aluminio la forma requerida. Después intervendrían docenas de

robots que se ocuparían del ensamblado del vehículo, fresadoras controladas por

ordenador para la metalistería de precisión, equipos de pintura y una horda de

máquinas para realizar pruebas. La inversión necesaria bien podría alcanzar los

cientos de millones de dólares. Y Musk necesitaría además contratar a miles de

empleados.

Al igual que en SpaceX, Musk deseaba que la fabricación de los

componentes de un Tesla se realizase preferentemente dentro de la empresa, pero

los elevados costes ponían un límite a lo que Tesla podía asumir. «El plan

original era que nos ocupásemos del montaje final», explica Diarmuid

O’Connell, el vicepresidente de desarrollo de negocio de Tesla. Otras empresas

se encargarían de fabricar las piezas de la carrocería, la soldadura y la pintura, y

lo mandarían todo a Tesla, donde los empleados convertirían las piezas sueltas

en un automóvil completo. Tesla propuso construir una fábrica para este fin,

primero en Albuquerque (Nuevo México) y luego en San José (California), y

después retiró las propuestas para consternación de los ediles de ambas

localidades. Los rumores y cotilleos sobre la elección de la localidad en la que se

levantaría la fábrica no inspiraron mucha confianza en cuanto a la capacidad de

Tesla para producir otro vehículo, y dieron lugar a la misma clase de titulares

negativos que había rodeado el retraso en la aparición del Roadster.

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