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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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positivo a esos problemas, diciendo que haría «visitas a domicilio» para arreglar

los Roadster o los recogería para llevárselos a la fábrica. Desde entonces, Musk

ha intentado convertir cada pifia de un Tesla en una excusa para presumir del

servicio de atención de la empresa y de su dedicación a complacer al cliente. En

general, la estrategia ha dado buenos resultados.

Además de los problemas ocasionales con el Roadster, Tesla seguía

teniendo inconvenientes con su imagen pública. En junio de 2009, Martin

Eberhard demandó a Musk, y aprovechó la ocasión para divulgar los detalles

sobre su expulsión de la empresa, acusándolo de calumnia, difamación e

incumplimiento de contrato. Las acusaciones retrataban a Musk como un

empresario abusón que había expulsado al espíritu creativo de su propia

empresa. La demanda también lo acusaba de falsear su papel en la fundación de

Tesla. Musk replicó en el mismo tono, publicando una entrada de blog en la que

expresaba pormenorizadamente lo que opinaba sobre el complejo de inseguridad

de Eberhard y su indignación ante las insinuaciones de que él no era el auténtico

fundador de la empresa. Al cabo de poco tiempo, los dos llegaron a un acuerdo y

firmaron la paz. «Como cofundador de la empresa, la contribución de Elon a

Tesla ha sido extraordinaria», declaró Eberhard entonces. Escribir una frase de

ese tenor ha debido de resultarle terrible, y la mera existencia de esa declaración

es un indicador de la habilidad táctica de Musk como negociador. Los dos

hombres se siguen aborreciendo, aunque deben hacerlo en privado, como les

exige la ley. Pese a todo, Eberhard no está resentido con Tesla. Sus acciones de

la empresa acabaron siendo muy valiosas. Aún conduce su Roadster, y su esposa

adquirió un Modelo S.

Durante gran parte de sus primeros años de existencia, Tesla apareció en las

noticias por los motivos menos deseables. Había gente en los medios y en la

industria de la automoción que la veían como una empresa meramente efectista.

Parecían disfrutar con el culebrón entre Musk y Eberhard y otros exempleados

descontentos. Lejos de ser visto como un empresario de éxito, en algunos

círculos de Silicon Valley tenían a Musk por un bocazas que se llevaría su

merecido cuando Tesla se hundiese inevitablemente. El Roadster terminaría su

camino en el cementerio de automóviles eléctricos. Detroit demostraría que

dominaba mucho mejor que Silicon Valley eso de la innovación automovilística.

El orden natural del mundo seguiría inalterado.

Sin embargo, ocurrió algo gracioso. Tesla hizo justo lo suficiente para

sobrevivir. De 2008 a 2012 vendió unos 2.500 Roadster. 3 El automóvil había

conseguido lo que Musk pretendía desde el principio: demostró que un coche

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