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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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Harold Rosen había concertado un almuerzo con Musk en una marisquería,

cerca de las oficinas centrales de SpaceX en Los Ángeles, y se llevó consigo a

Straubel para que le ayudara a exponer el proyecto del avión eléctrico. Al ver

que Musk no estaba interesado, Straubel le habló del automóvil eléctrico. Musk,

que llevaba años pensando en los vehículos eléctricos, sintonizó de inmediato

con aquella idea tan descabellada. Musk se había centrado principalmente en el

empleo de ultracondensadores, y se sorprendió al oír hasta qué punto habían

progresado las baterías de iones de litio. «Todo el mundo me había dicho que era

una idea demencial, pero a Elon le encantó —recuerda Straubel—. Me dijo: “Le

daré algo de dinero”.» Musk prometió a Straubel diez mil de los cien mil dólares

que estaba tratando de reunir. La amistad que desde aquel mismo momento unió

a ambos sobreviviría a más de una década de altibajos extremos, mientras

intentaban nada menos que cambiar el mundo.

Tras la reunión con Musk, Straubel se puso en contacto con sus amigos de

AC Propulsion. La empresa, con sede en Los Ángeles, había nacido en 1992 y

estaba en la vanguardia de la automoción eléctrica. Fabricaban desde rápidos

vehículos de tamaño medio hasta automóviles deportivos. Straubel quería a toda

costa que Musk viera la joya de la compañía, el tzero (el nombre provenía de «tzero»),

un kit car con una carrocería de fibra de vidrio montada sobre un chasis

de acero que pasaba de cero a cien kilómetros por hora en unos cinco segundos

cuando se lanzó al mercado en 1997. Straubel había estado en contacto durante

años con el equipo de AC Propulsion y pidió a Tom Gage, el presidente de la

empresa, que le llevara un tzero a Musk para que lo probara. Musk se enamoró

del vehículo. Le pareció que un modelo así de rápido podía cambiar la idea que

el público tenía de los automóviles eléctricos. Durante meses, Musk se ofreció

para financiar el proyecto de transformar el auto en un vehículo comercial, pero

Gage se negó una y otra vez. «Era un prototipo y había que convertirlo en un

automóvil real —explica Straubel—. Adoro al equipo de AC Propulsion, pero se

les daban muy mal los negocios y se negaron a dar ese paso. Se empeñaron en

venderle a Elon otro modelo, el eBox, que tenía una pinta horrible y un mal

rendimiento, y resultaba poco estimulante.» Aunque las reuniones con AC

Propulsion no terminaron en ningún acuerdo, consolidaron el interés de Musk en

apoyar un proyecto que iba mucho más allá de la idea inicial de Straubel. En un

correo electrónico que le envió a Gage a finales de febrero de 2004, Musk

escribió lo siguiente: «Quiero saber lo que puede dar de sí un modelo básico de

automóvil con un sistema de propulsión eléctrico e investigar en esa dirección».

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