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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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minuto cuatro, la carena de la parte superior se separó del cohete, como estaba

previsto. «Todo sucedía exactamente como tenía que suceder —recuerda

Mueller—. Yo estaba sentado junto a Elon, lo miré y le dije: “Lo hemos

conseguido”. Nos abrazamos, convencidos de que iba a llegar a la órbita.

Entonces el aparato empezó a oscilar.» Durante más de cinco gloriosos minutos,

los ingenieros de SpaceX tuvieron la sensación de que lo habían hecho todo

correctamente. Una cámara instalada en el Falcon 1 mostraba cómo la Tierra se

iba volviendo más pequeña a medida que el cohete se dirigía metódicamente

hacia el espacio. Sin embargo, en aquel mismo instante, las oscilaciones que

había visto Mueller se convirtieron en una fuerte sacudida, y el aparato perdió

impulso, empezó a desgajarse y finalmente explotó. En esta ocasión, los

ingenieros de SpaceX no tardaron en determinar lo que había ido mal. Los

chapoteos del propelente desencadenaron las sacudidas del cohete, y en un

momento dado hicieron que quedase al descubierto una de las aberturas por

donde se alimentaba el motor. De inmediato, este absorbió una gran bocanada de

aire y se incendió.

El fracaso fue otro golpe demoledor para los ingenieros de SpaceX.

Algunos habían pasado casi dos años viajando sin parar entre California, Hawái

y Kwaj. Cuando SpaceX logró organizar un nuevo lanzamiento, habían

transcurrido casi cuatro años desde la fecha inicial prevista por Musk, y la

compañía se había ido tragando la fortuna que había ganado con internet a una

velocidad preocupante. Musk se había comprometido públicamente a llegar

hasta el final, pero tanto dentro como fuera de la empresa se hacían cálculos que

indicaban que SpaceX solo podría permitirse un nuevo intento, o como mucho

dos. Si la situación económica inquietaba a Musk, rara vez dejó que sus

empleados lo notasen. «Elon fue muy hábil no agobiando a la gente con esas

preocupaciones —afirma Spikes—. Siempre hablaba de la importancia de ser

austeros y tener éxito, pero jamás dijo algo así como: “Si volvemos a fallar,

estamos acabados”. Era muy optimista.»

Los fracasos no parecían afectar a las ideas que Musk acariciaba de cara al

futuro ni despertar dudas sobre sus capacidades. En medio del caos, hizo un

viaje por las islas en compañía de Worden. Musk empezó a hablar de la

posibilidad de unir las islas para que formaran una masa terrestre. Se podían

construir muros en los pequeños canales entre las islas, y el agua se podía

bombear como en los canales de los Países Bajos. A Worden, también conocido

por sus excéntricas ideas, le atrajo la audacia de Musk. «Me encantaba oírle

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