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Elon Musk El empresario que anticipa el futuro

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influido en mis ideas sobre la escritura y la investigación, y los mejores mentores

que cualquiera podría desear. También quiero expresar mi infinito

agradecimiento a Brad Wieners y Josh Tyrangiel, mis jefes en Bloomberg

Businessweek, por darme libertad para realizar este proyecto. Dudo que nadie

haya contribuido como ellos al periodismo de calidad.

Debo dar un agradecimiento especial a Brad Stone, mi compañero en el

New York Times y posteriormente en Businessweek. Brad me ayudó a concretar

la idea para este libro, me animó en las épocas sombrías y fue una caja de

resonancia inigualable para mis ideas. Me siento mal por incordiarlo

incesantemente con mis preguntas y dudas. Brad es un compañero modélico,

siempre dispuesto a ayudar a cualquiera con un consejo o dando un paso al

frente y ocupándose de parte del trabajo. Es un escritor maravilloso y un amigo

increíble.

Doy las gracias también a Keith Lee y Sheila Abichandani Sandfort. Son

dos de las personas más inteligentes, amables y auténticas que conozco, y sus

comentarios sobre el borrador del texto fueron valiosísimos.

David Patterson, mi agente, e Hilary Redmon, mi revisora, fueron decisivos

para llevar a cabo este proyecto. David sabe decir siempre las palabras

adecuadas para animarme en los momentos de bajón. Sinceramente, dudo que

este libro existiera sin el ánimo y el impulso que me proporcionó en la fase

inicial del proyecto. Cuando las cosas ya estaban en marcha, Hilary me ayudó a

superar los momentos más delicados e hizo que el libro alcanzase niveles

inesperados. Toleró mis quejas entre dientes y realizó mejoras espectaculares en

el texto. Es maravilloso terminar algo como esto y llegar al otro lado con dos

amigos tan buenos. Muchas gracias a los dos.

Por último, debo dar las gracias a mi familia. Este libro se convirtió en una

criatura que les hizo la vida difícil durante más de dos años. En ese tiempo no vi

a mis hijos tanto como habría deseado, pero cuando los veía, ahí estaban con

sonrisas y abrazos que me daban energía. Me alegra que ambos parezcan estar

interesados en los cohetes y los automóviles a consecuencia de este proyecto. En

cuanto a Melinda, mi esposa, bueno, fue una santa. Desde un punto de vista

práctico, este libro no habría existido sin su apoyo. Melinda fue mi mejor lectora

y la confidente fundamental. Fue esa mejor amiga que sabía cuándo intentar

animarme y cuándo dejarme solo. A pesar de que este libro alteró nuestra vida

durante bastante tiempo, ha acabado uniéndonos más. Semejante compañera es

una bendición, y siempre recordaré lo que Melinda hizo por nuestra familia.

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