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Angusola y los cuchillos

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preguntaban a tío Pablo, cuál era el secreto. El torcía<br />

un poco el labio, ladeaba la cabeza, y seguía abonando<br />

con sus manos desnudas, de rodillas, cada tallo; plantando<br />

hasta <strong>los</strong> bordes de Demetrio nuevos tal<strong>los</strong>.<br />

Demetrio lo observaba, callado, desde el otro lado. Se<br />

paraba a mirarlo, fijo como una estaca; se movía unos<br />

pasos y volvía a pararse. Pero tampoco de esto dijo nada.<br />

Quizás no tuviera tampoco nada que decir. Su conuco<br />

seguía enyerbado pero entero. Tío Pablo aprovechaba<br />

hasta <strong>los</strong> bejucos y entre sus flores había hasta<br />

orquídeas. Plantaba estacas por <strong>los</strong> rincones y por ellas<br />

se enredaban las pasionarias, las madreselvas, <strong>los</strong> jazmines<br />

y <strong>los</strong> ojos de poeta. Pero al otro lado el conuco de<br />

Demetrio seguía enyerbado; y sólo Cunagua, con <strong>los</strong><br />

gal<strong>los</strong>, parecía animarlo.<br />

Pero esto no lo observaba el caserío. No era nada nuevo<br />

y no importaba. Demetrio sembraba algo (con el chino),<br />

criaba algo, peleaba sus gal<strong>los</strong>, y vivía. Hasta podía<br />

ponerse a veces un jipi fino, la guayabera de hilo, que le<br />

planchaba Felicia la mujer del chino, y salir de noche<br />

para La Habana. Otros solteros como él hacían lo mismo,<br />

y al otro día tenían más de qué hablar en la bodega.<br />

Demetrio no contaba nunca lo que veía en La Habana.<br />

Su vida era oscura, encerrada en un círculo. Y nadie<br />

podía penetrar esa línea.<br />

Quizás fuese yo el primero en asomar a esa tiniebla,<br />

aunque no comprendiera aún del todo lo que veía. Luego,<br />

las cosas asociadas, fueron cobrando cuerpo. Esta<br />

fue la segunda cosa.<br />

Primero me extrañó algo en tía Aurelia. Esto era ya<br />

antes de que tío Pablo acabara de plantar todas las flores<br />

y elevar toda la cerca. Tía Aurelia iba siempre al<br />

conuco de Demetrio a comprar aves y huevos, y a veces<br />

leche. No era extraño. Lo hacían otras mujeres del reparto.<br />

Yo iba al principio con tía Aurelia. Luego dejó de<br />

llevarme.<br />

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