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para <strong>los</strong> buenos. Y tío Antón era bueno, aunque él lo<br />
negaba:<br />
—No —le oí decir más tarde—. ¡No! Ni he sido ni soy<br />
ni seré nunca bueno. Los buenos pierden. Siempre <strong>los</strong><br />
que pierden son <strong>los</strong> buenos.<br />
Entonces cambiaba de voz, y esta nueva voz era tierna:<br />
—Pero aquel retrato de la niña, y lo que se le había<br />
ocurrido a Francisco (mi viejo) era bueno. Por eso me<br />
rebajaron la pena.<br />
Cuando dijo esto ya estaba fuera. Habían pasado algunos<br />
años. Candita había crecido, pero, cuando él salió<br />
de presidio, la niña estaba aún con las monjas, y<br />
aún decía a las otras alumnas que su viejo era marinero<br />
y que estaba en el Norte. Aun seguía recibiendo giros<br />
chiquitos para las vacaciones, y cartas que ella contestaba<br />
con su letra, y regalitos. Tenía una foto de él, de<br />
cuando era realmente marinero. Nunca pidió otra. No<br />
pedía nunca mucho. Era callada, tranquila, y nadie<br />
podía ver el misterio.<br />
¡Entonces llegó El Día! Mis viejos y Elvira se prepararon<br />
para ir hasta el Príncipe a buscarlo. Ahora el viejo<br />
tenía otra trama. Tío Antón debía presentarse, en verdad,<br />
como un marino, decir a todo el mundo, y decirse<br />
a sí mismo, hasta creerlo, que venía del Norte y que era<br />
marino. Debía quedarse unos días en casa, y salir de<br />
paseo, hasta reasentarse. Entonces Elvira iría a buscar<br />
a Candita y al llegar a casa... ¡La sorpresa! Antón estaría<br />
allí, amable y seguro, para abrazarla. Todo lo pasado<br />
se iría borrando hacia el pasado. Más nunca se<br />
hablaría de eso. Mi viejo le tenía preparado un empleo.<br />
Vida nueva. ¡La niña no sabría nunca nada! ¡Nunca llevaría<br />
aquella mancha en su alma! Acabaría de crecer,<br />
se casaría, sería linda, sería dichosa.<br />
Así la veíamos, imaginativamente, en el futuro.<br />
—Bastante hemos sufrido nosotros —decía mi viejo—.<br />
Hagamos que <strong>los</strong> hijos sufran menos.<br />
Mi viejo estaba tranquilo. Mamá estaba alborozada.<br />
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