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Angusola y los cuchillos

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VIII<br />

A la mañana siguiente se comentaba frente a la casa de<br />

vivienda <strong>los</strong> sucesos de la noche. El sargento Pogolotti<br />

se presentó con un brazo en cabestrillo.<br />

—Me han jorobado esos salvajes —dijo—. Parece que<br />

la bala interesó el hueso.<br />

Estaban el jefe superior de campo, <strong>los</strong> mayorales, el<br />

encargado de la tienda y el chino más rico de la localidad.<br />

Harold, el mozo de cuadra, escuchaba un poco al<br />

margen, estirando la oreja.<br />

Dos haitianos, a su vez, habían sido heridos, y llevados<br />

apresuradamente a la enfermería del central. Se<br />

desesperaba de poder salvar<strong>los</strong>.<br />

—Tengo que averiguar quién les dio <strong>los</strong> revólvers<br />

—dijo el sargento.<br />

En el curso del día se descubrió que dos revólvers<br />

Colt habían sido sustraídos del puesto de la Rural, pero<br />

nadie sabía cómo. Los haitianos sostenían que <strong>los</strong> habían<br />

hallado tirados a la puerta de un barracón, el sábado<br />

por la mañana. Nunca se llegaría a saber, a ciencia<br />

cierta, si decían verdad o mentira.<br />

Marina se mostró esta vez muy solícita con su hombre.<br />

Le cambiaba la venda, lo acariciaba todo, no quería<br />

que saliera por temor a que se le infectara la herida.<br />

Pogolotti daba muestras, por primera vez, de reblandecimiento<br />

y temor. Estaba nervioso, y Marina lo tranquilizaba.<br />

Permanecía en el portal recostado en una silla de lona.<br />

La herida había afectado a su moral. Nunca se había visto<br />

en tanto peligro. Marina estaba crecida, la veía ante sí como<br />

una gran mujer. Ella lo atendía y consolaba, con una dulzura<br />

casi maternal. Y a él le gustaba así; le agradaba<br />

ahora ser más niño, dejarse mandar y envolver por ella.<br />

Al atardecer se le ocurrió que debía ir a recibir instrucciones<br />

del médico del central. El sargento no puso<br />

inconveniente. Sólo le recomendó:<br />

—Pide el caballo y ve pronto. Antes de que se haga de<br />

noche.<br />

Marina huyó a galope.<br />

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