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Angusola y los cuchillos

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y se metía de noche en su cámara. Prado la dejaba. No<br />

tenía ni tiempo ni genio que dedicarle. El nuevo comandante<br />

descendía al cuarto de máquinas y paseaba la<br />

cubierta con un andar de tigre.<br />

Whybon largó velas al día siguiente. Llevaba una escasa<br />

tripulación de fugitivos de la justicia. Sus negocios de<br />

contrabando le permitían sostener buenas relaciones<br />

con las autoridades, que le dejaban llevar aquella tripulación<br />

de ex presidiarios y criminales, a condición de<br />

que no <strong>los</strong> dejara desembarcar nunca. De este modo<br />

Whybon no pagaba sueldo a sus hombres, que tenían<br />

la goleta Victoria por prisión, y estaban mandados por<br />

un cómitre llamado Bertoldo. Antes de partir, el inglés<br />

se enfrentó con Prado en la cubierta del Céspedes. Quería<br />

cobrar por haberle servido de práctico. Prado lo fue<br />

empujando hasta la escalera con la punta de su machete<br />

y el inglés partió con refunfuño. No sabía qué,<br />

pero haría algo.<br />

Prado casi se había olvidado de que Eduvigis era<br />

mujer. Cuando se acercaba a él, tenía siempre algo que<br />

hacer, y la apartaba con firmeza. Prado se movía siempre<br />

con rumbo e impulso ciertos. Ella lo siguió un día al<br />

pueblo y empezó a ser molesta. Prado tenía cosas que<br />

tratar con las autoridades que a ella no le importaban.<br />

Prado encargó a Morey:<br />

—Ocúpate de esa mujer. Se está poniendo pegajosa.<br />

Eduvigis quedó resentida, como el inglés, aunque por<br />

distinta causa. Morey la llevó de nuevo a bordo y le<br />

ordenó rudamente que no hiciera aspavientos:<br />

—Señora, esta es una empresa seria —le dijo.<br />

Eduvigis había presenciado la escena del inglés, cuando<br />

Prado lo empujara con el machete. Whybon había<br />

desaparecido a mediodía, pero al amanecer del siguiente<br />

estaba de vuelta. Prado y Morey, pendientes de la<br />

llegada de auxilios, no prestaron atención al inglés.<br />

Eduvigis se encerró en el camarote que le destinaron y<br />

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