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Yo estaba, pues, en la oficina y de pronto veo bajar<br />
un torcallón de humo por la escalera. Luego oigo un<br />
grito en el piso de arriba y <strong>los</strong> jóvenes aparecieron a<br />
medio vestir en lo alto. Parecían dos ángeles asomando<br />
a la boca del infierno. Gritaron hasta desgañitarse, bracearon,<br />
patearon. Los que estaban en la cocina se armaron<br />
de escobas mojadas, de frazadas mojadas, cubos<br />
de agua, y nos dimos todos a apagar el fuego. La alarma<br />
era más que el hecho; pero todos teníamos especial<br />
interés en atajar la llama sin hacer alarma. Se sabía<br />
que el viejo era peligroso y se nos tenía encargado que<br />
lo vigiláramos. Lo que se había prendido era una cortina<br />
y el marco de la puerta. Aquella tela debía tener una<br />
tonelada de aceite, o no sé qué, para echar tanto humo.<br />
El corredor era una masa negra, y no se veía hasta donde<br />
llegaba el fuego. Tuvimos la impresión de que la casa<br />
entera se hallaba en llamas. Arrojamos agua, tiramos<br />
piezas de ropa enchumbada, tiestos de tierra de la terraza…<br />
La llama no se veía. Así estuvimos descargando<br />
contra el lugar de donde salía el humo hasta que, desesperado,<br />
el camarero se lanzó al interior de aquel cuarto<br />
y gritó que todo estaba apagado. Habíamos trabajado<br />
cerca de media hora y, cuando el peligro hubo desaparecido,<br />
todos nos sentamos a descansar, unos en la sala,<br />
otros en las habitaciones vacías. Roberto y su amante<br />
se habían vuelto a su retiro y debían estar componiéndose.<br />
Yo volví a la oficina. Estaba rendido, y respiraba<br />
con gran dificultad. Ni siquiera me había cuidado de<br />
arreglarme la ropa ni de lavarme las manos. Por hábito,<br />
cogí el lápiz y comencé a hacer signos sobre un libro y a<br />
mirar en torno mío como si me hallara en un lugar extraño.<br />
Y así era en efecto. Gradualmente, y a medida<br />
que la agitación se evaporaba, algo extraño, algo nunca<br />
sentido, subía por mis nervios y se agolpaba a mis ojos.<br />
De pronto, me sentí aliviado de todo cansancio. Una<br />
nueva potencia, que acababa de manifestarse en mí,<br />
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