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Empezaban a rechazarla. Quizás ella se excediera.<br />
Lelia misma se empezaba a quejar. Anselma no tenía<br />
ahora nada que hacer, salvo ir a la iglesia por la mañana,<br />
y luego se metía a criticar <strong>los</strong> precios, la ropa que<br />
Lelia se ponía, y lo que hacía la muchacha. Esta fue la<br />
primera en ponerse hosca; respiraba, resoplando, como<br />
si la abuela apestara. Y entre <strong>los</strong> dos hermanos —ahora<br />
estamos claro— había algo. Al principio, Floro era el<br />
más amable, y Romualdo el más reservado. Este era el<br />
de mejor posición y el otro era el de mejor corazón. Casi<br />
siempre ocurre así. Pero ahora Floro parecía estar prosperando<br />
y Romualdo parecía menos reservado. Quizás<br />
Romualdo no la hubiese querido traer del campo. Un<br />
día se lo preguntó en confianza a Felicia:<br />
—Yo sé que estorbo —le dijo—. Soy vieja, y en el mundo<br />
no hay nada peor que ser viejo. Los jóvenes tienen otras<br />
ideas. Tú dime la verdad; pues si a Romualdo no le gusta<br />
no vendré aquí a menudo.<br />
Felicia confesó que esas eran ideas suyas, que Romu<br />
la quería. Luego, por vueltas —Anselma no pudo entenderlo<br />
bien— contó una historia. Dijo que Floro había<br />
estado siempre envidioso de su hermano. Romu tenía<br />
más talento, brillaba más, tenía más amigos; era cáustico<br />
y chistoso con su hermano (y con todos). En cambio<br />
Floro era lerdo, trafagoso, fondilludo. Por eso se<br />
estaba haciendo el santo, el bueno, y acusando a su<br />
hermano. Atando cabos, oyendo fragmentos, Anselma<br />
fue llegando a esta conclusión. Pero estas parecían cosas<br />
menudas y no tenían que ver con ella. Salvo que<br />
quizás Floro la habría traído para darle en la cabeza a<br />
su hermano, para echarle en cara que era mal hijo y<br />
obligarlo a contribuir con una parte de <strong>los</strong> gastos.<br />
La idea tardó en fijarse en la mente de Anselma. A su<br />
edad, se piensa lentamente y con trabajo. Pero ahora,<br />
por primera vez, tenía para sí todo el tiempo, y la mejor<br />
comida y el buen tiempo le habían dado nueva vida. La<br />
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