Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
200<br />
Mi hermana Laurita y nosotros<br />
Cuando empiezo a ver, en la memoria, a mi hermanita,<br />
la veo venir corriendo detrás de otros niños, junto al<br />
aromal del reparto, jadeando. Luego la veo sofocada, la<br />
boquita entreabierta, <strong>los</strong> ojos muy abiertos, desmoreciéndose.<br />
La edad, no la recuerdo.<br />
Pero cuando yo tenía once años mi viejo me dijo un<br />
día que la llevara a la escuela, adonde yo iba, en el<br />
bajareque de la calzada. Laurita era la más pequeña<br />
que había entrado nunca en la escuela. Su edad engañaba.<br />
En algo Laurita tenía quizás siete años; en algo<br />
no pasaba de cuatro. Mi madre no pensaba entonces<br />
sino en esto, y su rostro se iba tornando más blanco y<br />
sus ojos más tristes.<br />
Mi viejo empezó por entonces a perder colocaciones.<br />
Pasaba algo raro. Otros muchos perdían empleos, pero<br />
él engrampaba siempre algo nuevo y luego lo soltaba,<br />
como una brasa. Se peleaba con la gente. Iba por las<br />
bodegas, vendiendo quincalla (él, que había sido marino),<br />
y quejándose. Nadie lo escuchaba. A nadie le importaba.<br />
Mi viejo no se quejaba realmente de lo que le<br />
dolía. No decía que Laurita había nacido enferma, que<br />
viviría enferma, y que por eso él y mamá no podrían<br />
volver a ser nunca como antes. Hablaba de otras cosas,<br />
gritando, e insultando a la gente. A veces volvía golpeado.<br />
Ese es otro de mis recuerdos lejanos: mi viejo golpeado<br />
por otros hombres.<br />
—Tú cuida de la niña —me dijo mi madre—. Llévala a la<br />
escuela y atiéndela. Caruca le vendrá a hacer el almuerzo.<br />
Yo tengo que bajar a La Habana a buscar costura.