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Angusola y los cuchillos

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podido ir, meterme por medio, y quitársela. No sería<br />

difícil para cualquiera. Pero nada de eso hice y hasta<br />

experimentaba cierto placer en saber que el hijo de la<br />

hotelera entraba en su habitación y la poseía todas las<br />

tardes. Yo sabía la hora exacta, contaba <strong>los</strong> minutos, y<br />

lo veía todo.<br />

No: la fascinación que yo sentía hacia el joven era<br />

otra y no tenía nada que ver con la muchacha. Es difícil<br />

de explicar. Hasta creo que por el momento, aquel instinto<br />

se manifestó en mí sin pensar en él, ni en nadie en<br />

particular. Fue después de una gran agitación. Recuerdo<br />

que a mi padre le había ocurrido lo mismo, pues el<br />

día que intentó ahogar a mi madre acababa de tener<br />

una batida con <strong>los</strong> cuatreros. Al llegar se sentó a la<br />

mesa y, después que se hubo repuesto, se levantó violentamente<br />

y la arrastró hacia afuera. No sé si lo de mi<br />

hermano habrá sido lo mismo, pero sospecho que sí.<br />

Lo mío fue, digo, después de una gran agitación. Era<br />

una tarde en que la dueña había salido a un pueblo<br />

cercano donde tenía familiares, según creo. Los huéspedes<br />

habían salido también, excepto Georgette y un<br />

viejo achacoso que vivía en un cuarto retirado, y a cuyo<br />

cuidado había casi siempre un camarero. A veces le daban<br />

ataques y comenzaba a golpear las puertas con un<br />

bastón que tenía, y a dirigir insultos a todo el mundo.<br />

Era un lunático, o algo así. Fumaba siempre en una<br />

maldita pipa que se le apagaba constantemente. Cuando<br />

se le acababan <strong>los</strong> fósforos bajaba por más, y durante<br />

la trayectoria se paraba veinte veces a prender la pipa.<br />

Esa tarde, yo no sé por qué, el viejo no gritó, ni nada,<br />

sino que bajó muy callado y cogió <strong>los</strong> fósforos del estante.<br />

Yo estaba en la oficina y lo vi pasar. Roberto estaba<br />

con la muchacha, y <strong>los</strong> pocos empleados que había estaban<br />

reunidos en la cocina, hablando de no sé qué cosa<br />

respecto a un duelo, según declararon luego. Partida de<br />

gallinas. Temblaban como mimbres delante del juez.<br />

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