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tendría que procurársela enseguida, y costaría dinero.<br />
Y el Viejo sabía que había prisa, pero mientras no podía<br />
hacer nada fingía también creer, ante ella, que había<br />
tiempo y que lo que ella tenía no era grave. Pero un niño<br />
de seis años oye y, más tarde, entiende mucho más de<br />
lo que creen <strong>los</strong> grandes, y yo había oído al Viejo hablando<br />
con el médico, y a ella con tía Aurelia que vivía<br />
en el Reparto.<br />
Esto había venido ocurriendo así, sobre todo, <strong>los</strong> últimos<br />
meses, antes de estallar la guerra en Europa, y<br />
desde el instante en que la noticia apareció en el periódico<br />
mamá exageró aún más la buena salud que se<br />
empeñaba en presentar a ojos del Viejo. Porque ella sabía<br />
que la guerra, aunque lejana, sería una tentación<br />
fuerte para el español de hacer algo súbito y desesperado<br />
que pudiera levantarlo o hundirlo de un golpe. Yo<br />
mismo le había oído decir:<br />
—Es malo morir poco a poco.<br />
El Viejo observó el redoblado esfuerzo de mamá por<br />
parecer saludable e inventó, por su parte, una historia<br />
que ella no creía.<br />
—Los americanos están patrullando nuestras aguas<br />
y necesitan prácticos. Me han ofrecido un puesto.<br />
Pero ella sabía que el Viejo no iría a navegar con <strong>los</strong><br />
yanquis sino, más bien, contra el<strong>los</strong>, y que ese sería su<br />
fin. Con todo, fingió creerle porque no quería delatar su<br />
alarma y quizás porque, en el fondo, sentía que esa era<br />
la mejor salida. El Viejo no podía soportar ver a mamá<br />
consumiéndose día a día sin poder hacer nada por ella.<br />
—Yo siempre te lo he dicho —le dijo mamá—. Algún<br />
día tenía que salirte algo bueno. Y ya tú ves. Nadie mejor<br />
que tú para servir de práctico por esas costas. En<br />
cuanto a mí y al niño, vete tranquilo; tengo una nueva<br />
marchante y puedo arreglármelas. No te apures en mandarme<br />
nada.<br />
El Viejo la miró entrecerrando <strong>los</strong> ojos. Era después<br />
de la comida, en la salita de la casa, frente al callejón<br />
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