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Angusola y los cuchillos

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La crisis<br />

Pablo está en la trastienda de aquel cuchitril donde años<br />

antes había montado el taller de ropa proletaria en compañía<br />

de Pepe y el turco. Más tarde tuvieron disidencias<br />

y estos se separaron. Una cosa es de notar: sentada<br />

ante la máquina única está una mujer, algo marchita<br />

ya, y a su pies gatea un chiquillo con bata roja, cochambroso<br />

y gruñón. La puerta, abierta, da a una repisa.<br />

En esta están sentados: el negro Patapalo, con su<br />

jarro al cinto, su pierna única sembrada de algodones<br />

hidrófi<strong>los</strong>, y tocado de boina; y el vago de barba<br />

salomónica. Ambos hablan de política, y justicia, de<br />

caridad... Pero se ignoran mutuamente. Para cada uno,<br />

el otro es simplemente un atlante de piedra que sostiene<br />

el caserón, en su insostenible senectud. La mujer tararea<br />

un canto rumbero, que acompaña con un movimiento<br />

mecánico impulsando el pedal. Mira contantemente a<br />

una barbería donde sólo acude un cliente, siempre el<br />

mismo. En ese momento no se ve más que la calva plateada<br />

del barbero, que lee algún chiste. En tanto, Pablo<br />

hojea, suma, rompe, vuelve a sumar... Las cuentas andan<br />

mal. De un tiempo a esa parte, un intenso hervor<br />

anímico se ha apoderado de él; y las noches beben su<br />

sueño, mientra su mujer, ¡la pobre!, después de llevar<br />

<strong>los</strong> líos de ropa al taller, vuelve y descansa como una<br />

bendita. El crío es también de buena piel, no la del padre,<br />

por supuesto. El único que parece vivir en aquella<br />

casa durante la noche es Pablo, que recita por lo bajo<br />

las sumas del haber del mes. También aquí hay muchos<br />

etcéteras. Pero el último, aquel que hace un esdrújulo<br />

en el destino de la vida, y fustiga la actualidad<br />

periodística como un chasquido de látigo, aún estaba<br />

incubándose. Comenzaba a modelarse en la mente de<br />

Pablo y le hincaba. De días lo había concebido, siendo<br />

asombrosa la rapidez con que crecía y se agrandaba<br />

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