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Angusola y los cuchillos

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—Si ves a mi marido dale recuerdos —le dijo.<br />

Era el anochecer del segundo día. Los marineros volvieron<br />

al trabajo, sin cuchil<strong>los</strong>, y el Monctezuma se puso<br />

de nuevo en marcha a dos calderas. Prado habló con<br />

Vigo de nuevo.<br />

—Toma tu cuchillo —le dijo—. Espero que te harás<br />

digno de la confianza que hemos puesto en ti. De todos<br />

modos, tus hechos dirán. Si te portas bien, serás uno<br />

de <strong>los</strong> nuestros. Desde ahora, este barco se llama Céspedes,<br />

y pertenece a la marina cubana.<br />

Vigo era un hombre jactancioso. Recorrió el barco<br />

exhibiendo el cuchillo ante sus compañeros y les dijo<br />

que se anduvieran derechos. De lo contrario, les pasaría<br />

lo que al capitán. Él era desde ahora el contramaestre<br />

del Céspedes, primera unidad de la marina cubana,<br />

bajo el mando del almirante Prado. Vigo subrayó la palabra<br />

almirante. Cuando Morey informó de la actitud de<br />

Vigo, el peruano sonrió:<br />

—Un poco exagerado eso de almirante, pero ya veremos.<br />

Todo es posible. Depende de la ayuda de <strong>los</strong> hacendados.<br />

Por de pronto, hay que ir cribando a la gente. Dole<br />

y Petit no me gustan. Mataron sin necesidad. Vamos a<br />

mandar<strong>los</strong> a Jamaica, con un encargo, al mando de Vélez.<br />

Vélez era un cubano llegado de Nueva York. El Céspedes<br />

recaló en la costa de Jamaica y envió a <strong>los</strong> tres en<br />

un bote a tierra. En tanto, Morey mandaba pintar el<br />

barco de gris, sin ningún letrero exterior. Vélez llevaba<br />

una carta para el general Aguilera, anunciándole el éxito<br />

de la empresa. Nombraba a <strong>los</strong> Aguilera agentes generales<br />

de la marina cubana. En Nueva York y en<br />

Kingston serían agentes locales Leandro Rodríguez y<br />

Tomás Collazo, respectivamente. Prado pedía con urgencia<br />

carbón de New Castle y Cardiff, un botiquín, cajas<br />

de cirugía y otras cosas. Seguidamente puso proa al<br />

sureste, en demanda de la costa de <strong>los</strong> mosquitos, en<br />

Nicaragua. Jamás se supo nada de Dole y Petit.<br />

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