09.05.2013 Views

Angusola y los cuchillos

Angusola y los cuchillos

Angusola y los cuchillos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

si supieras… Ah, Pogolotti es verdaderamente un hombre<br />

encantador. Ahora que está herido me quiere más<br />

que nunca. Tú, olvida todo lo que te dije.<br />

Calló un instante. La alemana volvió de pronto a sus<br />

sentidos, como si despertara de una pesadilla.<br />

—Diablo. Eres verdaderamente un ser demoníaco.<br />

Nunca lo hubiera creído.<br />

—No. Yo no soy eso. Pogolotti me mandó. Y yo no<br />

debo desobedecerle. Pero yo te quiero a ti también. Has<br />

sido muy amable conmigo. Por eso quiero que olvides<br />

todo lo que te he dicho. Si acaso, deberías mudarte para<br />

otra parte. Pogolotti no te hará nada, lo sé. Pero aquí<br />

están pasando cosas graves. Fíjate, ahora mismo han<br />

ido a detener al nuevo “mayor”. Tan simpático como era,<br />

y ahora resulta que es un criminal. Le han ido a detener,<br />

y ya no lo veremos más.<br />

Alma Karlin se puso de pie de un salto.<br />

—Sí, ¿eh? Ahora caigo. Ahora me lo explico todo.<br />

—No…¿Qué es lo que te explicas? No… No es eso. Tú<br />

no sabes lo que pasa. Tú debes irte, y nada más. Hazme<br />

caso —añadió acariciadora—. Vete durante esta zafra.<br />

El año próximo puedes volver. Ya todo habrá pasado.<br />

Por tu bien…<br />

La alemana hizo un gesto de resignación.<br />

—Está bien. Me iré… Por mi bien.<br />

Cuando Marina volvía a la casa, aún estaba el administrador<br />

hablando con Pogolotti. A poco se sintió un<br />

golpear de cascos, y a continuación vieron un jinete que<br />

atravesaba la vía del tren a toda velocidad. Los dos se<br />

pusieron bruscamente de pie. Marina siguió anhelante<br />

al jinete con la vista. El sargento y el administrador tiraron<br />

de <strong>los</strong> revólvers, y apuntaron, pero tres segundos<br />

después el jinete se había perdido a la vuelta de una<br />

pequeña colina, desapareciendo para siempre.<br />

Carteles. La Habana, año 21, número 30, julio 28; 1940, pp. 74-77.<br />

85

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!