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Angusola y los cuchillos

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cornetín, maracas, güiro, claves y guitarra. A cada lado<br />

cantaban dos haitianos viejos, vestidos de negro, con<br />

libros de misa en latín abiertos sobre las rodillas, y acompañaban<br />

las notas con movimientos de brazos. La alemana<br />

hacía una figura extraña, con su pelo blanco<br />

suelto, a la luna y al resplandor de la hoguera.<br />

Los haitianos sacaron tres o cuatro mujeres al rito-danza.<br />

La alemana permaneció impasible, sin advertir al parecer<br />

la presencia del sargento y del “mayor” que asistían<br />

a la fiesta con curiosidad y desprecio al mismo tiempo.<br />

—¿Verdad que esa mujer debe estar tocada del coco?<br />

—sonrió Bermúdez.<br />

—Sí —replicó el sargento—. Pero es inofensiva. Recibe<br />

dinero de fuera y el administrador dice que la dejen con<br />

su chifladura. Tiene la casa llena de porquerías, santos y<br />

diablitos. Cree que está descubriendo misterios de la brujería,<br />

y escribe constantemente. El caso es que <strong>los</strong> haitianos<br />

la respetan. Quizás porque les hace regalitos.<br />

Los bailadores habían acometido una especie de bembé.<br />

Bermúdez y el sargento salieron despacio, ya cansados,<br />

camino del batey. Pero a medio camino se oyeron disparos<br />

al final de la zona de caña. El sargento dijo:<br />

—Ya tenemos bronca. Voy a ver qué es lo que pasa<br />

allá. Hoy es sábado y se les ha subido el aguardiente a<br />

la cabeza. Ya están a tiros…¿De dónde les habrán venido<br />

las armas? Voy a ver…<br />

Pogolotti salió disparado en dirección al lugar de la<br />

pelea. Bebo continuó como distraído, por un atajo, hacia<br />

la casa del administrador, donde habitaba.<br />

Marina surgió como de la nada, a la vuelta del potrero.<br />

VII<br />

La muchacha se había hecho ya la encontradiza dos o<br />

tres veces antes, pero nunca de noche. Bebo advirtió<br />

que, a pesar de su descuido en el vestir, y de sus modales<br />

bruscos, era linda y agradable. Ahora se aparecía<br />

excepcionalmente arreglada. Bebo la examinó con la linterna<br />

de mano.<br />

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