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Angusola y los cuchillos

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no pensó que Anselma pudiera estar en su cuarto. Al<br />

día siguiente iría a casa de Floro, a preguntar si le seguía<br />

haciendo la comida. Poco después del anochecer<br />

pasaron Romualdo y Felicia hacia la casa de Floro, y<br />

parecían contentos. La encargada ni siquiera preguntó<br />

por la abuela. La casa de Floro estaba iluminada y había<br />

risas y fiesta. Ligia había salido por la tarde a lucir<br />

su nuevo vestido por el barrio. No cabía en sí. La encargada<br />

pensó que no cabía en el barrio.<br />

Pero en Anselma nadie pensaba. En casa de Floro,<br />

había música y risas. Romu estaba allí a disgusto, pero<br />

estaba; Felicia estaba ensimismada, retraída, pero también<br />

estaba. Ni aun el<strong>los</strong> parecían pensar en Anselma.<br />

Quizás pensaran que estaba en su cuarto, que se había<br />

acostado. En cuanto a Ligia, con Charlitos, era el centro<br />

de sí misma. La casa era suya, el mundo era suyo,<br />

Charlitos era también suyo.<br />

Luego, durante una pausa, alguien preguntó por la<br />

abuela. Lelia, que venía con el pastel, se detuvo un instante,<br />

miró interrogativamente a Floro. Todos parecieron<br />

momentáneamente embarazados.<br />

Lelia salió del paso proponiendo:<br />

—¡Ligia, ven acá! Lleva este pedazo de pastel a la abuela.<br />

Pero si está dormida, no la despiertes.<br />

Ligia cogió el pastel. Había invitados y estaban mirando.<br />

Por tanto, no podía negarse. Más aún, era un gesto<br />

que la realzaba. Hoy podía permitírselo. Este era un gran<br />

día, y el gesto era como un adorno más. Giró como bailando,<br />

con el pedazo de pastel, ¡y salió! Cruzó la calle,<br />

entró en la casa vieja por el patio y asomó al cuarto de<br />

la abuela. Estaba entreabierta, pero no había luz dentro.<br />

Llamó, pero no hubo respuesta.<br />

Ligia pensó que la abuela estaría dormida. Puso la<br />

bandeja en la mesita, detrás de la puerta, y buscó el<br />

chucho de la luz. Era un simple bombillo de quince bujías,<br />

pendiente del techo. La luz cayó sobre la colombina,<br />

y Ligia quedó un instante paralizada.<br />

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