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Angusola y los cuchillos

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no tenía miedo a mis retadores, ni lo he tenido después<br />

cada vez que se me ha presentado uno delante. ¿Qué<br />

me importa que todos creyeran lo contrario? ¿De que<br />

aquella vez que el jefe de la prisión me ordenó que matara<br />

a un compañero de celda mientras dormía, lo despertara<br />

y me abrazara a él llorando como un niño en<br />

vez de amarrar estos dedos en torno a su garganta?<br />

Pero este es otro cuento. No fue miedo aquello del pueblo,<br />

y sin embargo todos lo creyeron.<br />

(Había desenlazado sus manos, dejándolas muertas<br />

sobre las rodillas. A medida que el relato progresaba,<br />

su rostro parecía hundirse gradualmente, y <strong>los</strong> ojos se<br />

le agrandaban sobre <strong>los</strong> pómu<strong>los</strong>. Al llegar aquí, su voz<br />

tenía ya un matiz de locura. En su cuerpo extático había<br />

algo que comenzaba a animarse, como si dentro de<br />

aquel cadáver hubiera un animal viviente que lo removiera<br />

desde adentro. Mascó algo imaginario y continuó:)<br />

—Ni lo del Sitio, ni lo de la prisión fue miedo. Al fin y<br />

al cabo, el infeliz compañero de celda dejó su vida entre<br />

estos dedos, pero sólo cuando fue preciso salvar la mía<br />

a costa de ella. De joven pensaba que sólo en el último<br />

minuto haría uso de las fuerzas secretas que pulsaban<br />

dentro de mí y en las que nadie cree. Cuando recibí el<br />

desafío de aquel hombre, me dije: si voy allá, será una<br />

cuestión definitiva. Y me quedé. Luego llegaron a mí <strong>los</strong><br />

rumores de las burlas, y supe que en un guateque un<br />

joven se había disfrazado de mí y puesto frente al Correo<br />

en forma de parodia. ¡Dios! Esto me subió a la garganta.<br />

Mis hermanos me miraban con cierto desdén, y<br />

mientras estábamos reunidos a la mesa, mi padre dijo:<br />

“Yo seré el que vaya a ver a ese pollo”. Me miraba fijo a<br />

<strong>los</strong> ojos. Pero no lo hizo, ni nada. Sólo habló así para<br />

humillarme. Yo me retiré a mi habitación y durante la<br />

noche pensé en cómo había de ir al día siguiente hasta<br />

la casa del pollo, el tono y las palabras con que le hablaría,<br />

cómo lo sacaría al camino real y, al fin, cómo<br />

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