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para abono. Pasaba la vista sobre <strong>los</strong> cintil<strong>los</strong>, murmuraba<br />
que era mentira, y <strong>los</strong> encendía.<br />
Mucha llama y poco fuego —había dicho un día—. La<br />
verdad es más bajita.<br />
Así pensó siempre. Las noticias se habían ido haciendo<br />
grandes poco a poco, de modo que podía tolerarlas.<br />
Un modo de tolerarlas era no creerlas, creerlas a medias<br />
y en último término, esperar algún milagro. El milagro<br />
estallaría un día, de súbito, y dejaría a todos <strong>los</strong> Monet<br />
espantados. Esos eran <strong>los</strong> tres escalones de defensa de<br />
tío Pablo. Primero no creía nada. Luego creía sólo a medias.<br />
Ahora… no sabía, pero aún esperaba el milagro.<br />
Cuando sólo creía a medias aún podía replicar en la<br />
bodega a <strong>los</strong> Monet. Pero ahora el fuego era más rápido<br />
y tío Pablo sólo bajaba a hurtadillas, a hablar con el<br />
bodeguero, cuando no había molotes en la acera. Pero<br />
todavía esperaba el milagro.<br />
Al otro día, tras la noche en que Demetrio brincó sobre<br />
tía Aurelia, una hoja traía solo dos enormes letreros<br />
en sesgo por cada cara. Los letreros decían: CAYÓ ALEMANIA.<br />
Venían en letras rojas. La hoja llegó al barrio en el carro<br />
con las sobras, y Monet fajó con cajetillas de cigarros<br />
todos <strong>los</strong> ejemplares y, antes del día, <strong>los</strong> tiró al portalito<br />
para tío Pablo. Así que tío Pablo fue el único que leyó<br />
<strong>los</strong> letreros esa mañana, pero como sólo parecían papeles<br />
pintados, creyó que era mentira. La mañana estaba<br />
fresca y, caso extraño, tío Pablo se sentía más animado.<br />
Durante seis días había dejado de bajar a la bodega.<br />
Eso le había dado un descanso, y este papel embarrado<br />
con letras oblicuas era señal de que necesitaban inventar<br />
victorias. Quizás <strong>los</strong> periódicos verdaderos trajeran,<br />
para <strong>los</strong> Monet, malas noticias. Hasta la noticia grande<br />
y (para el<strong>los</strong>) mala que tío Pablo esperaba en secreto.<br />
Por eso tenían que embarrar papeles por su cuenta en<br />
el reparto. ¡Ya se vería!<br />
Primero, sin embargo, eran las flores, y aprovechó la<br />
fresca parta regarlas. En toda la mañana se vio a tía<br />
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