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Angusola y los cuchillos

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vapor español Monctezuma de la travesía Puerto Rico-<br />

Habana, estaba al llegar al puerto y en las tabernas<br />

buscó algunos valientes y desocupados con que reforzar<br />

la empresa. El asalto de un buque reclamaba hombres<br />

decididos, su valor importaba sobre todas las cosas:<br />

para ideales limpios, bastaban con <strong>los</strong> que él llevaba.<br />

Un inglés (Dole) y un francés (Petit) se sumaron al grupo.<br />

Eran ya unos quince. Prado sería el jefe; Morey, el<br />

capitán; Zaldívar, médico y contador; Zetero y Defen,<br />

tenientes. Los reunió en una taberna y les dijo si estaban<br />

dispuestos a obedecerlo en todo hasta la muerte.<br />

Algunos necesitaban promesas. A otros les bastaba con<br />

saber que la empresa —fuera lo que fuese— era por la<br />

revolución cubana.<br />

Todos asistieron. El jefe se encargó de obtener pasaje<br />

para el<strong>los</strong>, bajo nombres falsos. Al llegar el Monctezuma<br />

<strong>los</strong> complotados se regaron por el puerto y bebieron con<br />

<strong>los</strong> marineros del mismo. Morey hizo amistad con el<br />

contramaestre, Juan Vigo. Este le confesó que allí, en<br />

Puerto Plata, tenía una señora que se llevaría a La Habana.<br />

Vigo había bebido demasiado. La señora le había<br />

hecho creer que huía de un marido. En trato hecho con<br />

<strong>los</strong> marineros, <strong>los</strong> conjurados se enteraron de que el<br />

buque no llevaba armas, y de que la tripulación no era<br />

gente de guerra. Prado no se disfrazó. Conservó su porte<br />

distinguido, bajo el cual se advertía una cierta dureza<br />

y decisión; no parecía tener ninguna relación con <strong>los</strong><br />

descamisados del puerto. El Monctezuma demoró cerca<br />

de una semana en Puerto Plata. Los quince pasajeros<br />

hicieron diferentes declaraciones, pero todos dijeron que<br />

tenían ocupación en Cuba. Vigo no mentía, pero sin duda<br />

lo había engañado la mujer. Esta se hacía llamar doña<br />

Eduvigis, y fue a bordo con otra señora y una niña. A<br />

Vigo le dijo que huía del marido y que en La Habana<br />

tenía dinero. Vigo pensaba desertar en La Habana y<br />

quedarse con ella. Eduvigis enseguida se puso de parte<br />

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