09.05.2013 Views

Angusola y los cuchillos

Angusola y los cuchillos

Angusola y los cuchillos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sin embargo, y entre <strong>los</strong> vecinos se había dado en<br />

rumorar de mí. Se me llamaba poeta. Oh, en aquel<br />

entonces hubiera querido serlo, aunque en mi vida he<br />

podido terminar la última sílaba de una décima. Una<br />

joven, hija de un ganadero del Sitio, me mandó una vez<br />

un pañuelo para que se lo firmara de puño y letra, y un<br />

álbum para que le dedicara en él alguna de mis poesías.<br />

En el resto de las hojas había versos firmados por varios<br />

de <strong>los</strong> jóvenes del contorno, aunque, según vine a comprobar<br />

más tarde, habían sido copiados de libros. Ya tú<br />

sabes: Espronceda y tales. Un hombre me envió una vez<br />

un desafío. Era el que llevaba el correo y copiaba las<br />

escrituras. Letra magnífica la suya, con rasgos graduales<br />

y anil<strong>los</strong> como de cerdas. Aes en cinta, y ces orondas.<br />

Este hombre era, además, un gran improvisador, y al<br />

correrse por allí la fama de que en el Sitio había surgido<br />

un poeta más, se le había despertado el deseo de medir<br />

sus fuerzas con él. En la carta, que metió una noche<br />

por debajo de la puerta de nuestra casa, me decía:<br />

Quiero probarle a usted que todavía no hay quien me<br />

tumbe. Venga esta noche a casa de don Tristán.<br />

Era un hombre bravo, este bardo. Le concedí, también<br />

por carta, que él era el mejor decimero de Cuba, y<br />

todo se quedó así. Los vecinos, sin embargo, no quedaron<br />

conformes. En lo sucesivo recibí una serie de incitaciones<br />

y desafíos de todas partes. Algunos llegaron a<br />

provocarme, otros se me ofrecieron para dar una paliza<br />

al retador caso de que triunfara sobre mí. Uno llegó a<br />

proponerme que si no aceptaba el desafío saliera aquella<br />

noche con él al manigual. Era la llamada a un duelo,<br />

el primero. Cosas del campo. Yo no acepté una cosa ni<br />

otra. No por miedo. No… Es decir, no hay palabra para<br />

ello. ¡Miedo! ¿Sabes tú lo que es eso? Nadie lo sabe.<br />

¿Fue acaso miedo lo que había en nuestros pies mientras<br />

corríamos, esta noche? Deseo de seguir viviendo.<br />

Amor a la vida, eso es. Todos <strong>los</strong> problemas son así. Yo<br />

52

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!