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Angusola y los cuchillos

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iglesia había ayudado, Anselma era muy devota. En el<br />

pueblo tenía que caminar tres leguas para encontrar<br />

una iglesia, pero aquí había a pocas cuadras una espléndida.<br />

Era grande y suntuosa y acogedora. Era casi<br />

la imagen del cielo a que ahora, con la edad, se iba<br />

acercando.<br />

Ligia empezó a atacarla por la iglesia. Primero eran<br />

burlas. Luego llegó al sacrilegio. Un día, por la mañana,<br />

cuando salía para la misa, levantó el rosario de la vieja y,<br />

riendo, lo llamó algo así como guindante (guindante, le<br />

dijo Felicia al otro día, era la carnada que se usaba para<br />

<strong>los</strong> peces). Sin entender, la vieja se irguió indignada:<br />

—¡Tú tendrás tu castigo! ¡Dios no lo quiera! ¡Pero tú<br />

tendrás tu castigo!<br />

Ligia replicó con violencia. Le llamó vieja sucia y le dijo<br />

que se quitara de su vista. Anselma le dio las quejas a<br />

Lelia, y esta calló, molesta. Le dio también las quejas a<br />

Floro, y este, casi como un eco de su hermano, dijo:<br />

—Usted cállese. Deje vivir a la gente.<br />

Todo empezaba a ser difícil. La sobra de tiempo era<br />

también un problema. Nunca había sido así. El problema<br />

había sido siempre la falta de tiempo. Ahora le era<br />

difícil estar completamente sin hacer nada. No tenía con<br />

quién hablar. Todo el mundo iba deprisa. Así que cuando<br />

volvía a casa, de haraganear por la cuadra, se metía<br />

en las cosas. Cosas menudas, desde luego. A veces terciaba<br />

en las conversaciones, metía, seguramente, la pata,<br />

aunque ella no lo comprendía. Esto (un día Lelia se lo<br />

dijo así) la hacía más antipática. Un día subió calladamente<br />

la escalera, escuchó y oyó a la muchacha regañando<br />

con la madre. Ligia decía que su papá había traído<br />

a la vieja para darle en la cabeza a tío Romu. ¡Muy bien<br />

podía haberla dejado morir en el pueblo!<br />

Anselma viró para atrás y durante varias horas anduvo<br />

zozobrando por la cuadra, tropezando con las paredes,<br />

como res acosada, que busca una salida. Al<br />

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